jueves, 14 de noviembre de 2013

La prepotencia, me temo

Cuatro son las grandes virtudes morales o cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

Cuando decimos de alguien que es una persona prudente no hacemos sino reconocer en ella una cualidad positiva, digna de admirar. Son personas que suelen pensar con madurez, decidir con sabiduría y ejecutan bien sus acciones, sabedores de que el don del consejo perfecciona la virtud de la prudencia.


Soy lector de memorias, biografías y autobiografías. Reconozco que, en ese sentido, no he leído nada de ningún ex presidente del gobierno de esta nuestra etapa democrática. Si lo he hecho, por ejemplo, de “Cartas a un joven español”, de José María Aznar, una especie de reflexiones políticas. Algo también he leído de Suárez, pero no sus memorias.

José María Aznar ha presentado la segunda parte de las suyas, algo ha publicado también Felipe González; se nota que la Navidad está al caer y que las grandes editoriales  no son tontas. Vuelvo a Aznar. Del conflicto con el islote de Perejil, ¿recuerdan?, señala el ex presidente: “Insistí otra vez. El Jemad dijo: no. Mi decisión fue: sí”.

Para el que no lo sepa, Aznar se refiere al Jefe del Estado Mayor de la Defensa, cargo digno de un gran servidor público, al que se le supone una altísima responsabilidad, capacidad de trabajo, sacrificio y dedicación (sea la persona que sea en cada momento).

Volvemos al principio. La prudencia es una virtud. José María Aznar acostumbra a sacar pecho de su acción de gobierno, y en general puede. Pero no todo vale. A juicio de quien esto escribe se equivoca al intentar sacarlo frente al Jemad con motivo del conflicto de Perejil, ya a toro pasado, y sin que sepamos muy bien a qué es a lo que dijo el Jemad “no”.

Suscribo los interrogantes que se hace don Luis Alejandre, General en la Reserva, en su artículo de hoy en La Razón. “¿Y si a lo mejor el Jemad proponía que con doce legionarios de Ceuta resolvía en una noche el problema, sin despliegues mediáticos ni partes “al alba con doce nudos y viento fresco de levante”? ¿Venció quizás la prepotencia a la prudencia?”.

Termino: yo creo que con seis de nuestros legionarios, ¡viva!, se hubiera resuelto la situación.


Perejil español, y Gibraltar.

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