viernes, 29 de junio de 2012

Semana cultural, del 30 de junio al 8 de julio

El sábado, Dios mediante, aterrizo en Oña (Burgos) para contemplar, por fín, la XVII edición de la exposición "Las edades del hombre"; en esta ocasión toma el nombre de "Monacatus". 


El lunes tendré la gran fortuna de poder asistir, en Gijón, al curso "Grandes nombres del periodismo literario", donde un nutrido grupo de expertos abordarán a lo largo de tres días la faceta periodística de primeros espadas como fueron, y son, Larra, Azorín, Altamira, Clarín, Pardo Bazán o Marías. Sin duda promete.


Altamira-Azorín

Finalmente, el jueves día cinco de julio, acudo a Pedraza para, junto con unos amigos de Tarazona de la Mancha, disfrutar de un pueblo a la sombra de las velas, amenizando la velada la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia.



A la vuelta de esta cargada y apretada semana mi moto y yo descansaremos de viajes durante algún tiempo y aprovecharemos para dar cuenta al lector de las impresiones vividas. Procede a continuación sumergirnos en lecturas pendientes y continuar peleando con el arte de la escritura, que cada día me merece un mayor respeto.

Hasta entonces, feliz inicio de verano...

jueves, 21 de junio de 2012

Sangre en la arena




Quedaban pocos minutos para que venciera el plazo del ultimátum. En las calles de España entera el silencio era estremecedor. Aún hoy su recuerdo le pone a uno el vello de punta. Millones de españoles salieron a la calle aquél 12 de julio, a punto están de cumplirse quince años, para pedir en silencio tu liberación, que no se cometiera una nueva barbarie. Incluso los niños, que nunca se sabe muy bien si se enteran o no de lo que pasa a su alrededor, caminaban con sigilo, como clamando por tu vida.
La emoción crecía conforme se acercaban las cuatro de la tarde, a esa hora terminaba el plazo dado. Tras el repiqueteo de las campanadas el silencio se hizo todavía más conmovedor.  A los cincuenta minutos te encontraron tirado sobre un camino, en medio de un charco de sangre en la arena, con dos balas del calibre 22 incrustadas en tu cabeza. Pronto se tuvo conocimiento en toda España, y en el mundo entero, del fatídico desenlace: gritos de indignación, muestras de impotencia, sollozos, abrazos, rostros quebrados y una desolación generalizada.

Apreciados todos los que habéis perdido la vida a manos de los innombrables que hoy se sientan -o se sentarán- en los Parlamentos de España y de Europa, apreciado Miguel Ángel, a nosotros también se nos revuelven las tripas.


* Publicado en Estrella Digital el 21.06.2012