martes, 29 de marzo de 2011

A cerca de la felicidad, los niños, los Reyes Magos, Bertrand Russell y esas cosas...

El otro día adquirí en una librería de viejo un ejemplar de la primera edición del Baudelaire, de D. Cesar González Ruano (colección Austral, Espasa-Calpe, 1958) y cual es mi sorpresa al ver que en su interior había un “regalo”. Un folio doblado por la mitad de la mitad cuyo titulo reza: “Carta de Reyes Magos y Papa Noel”.

Por la caligrafía, los tachones y las peticiones y/o deseos la carta está redactada por un niño. Transcribo según mi humilde interpretación del texto: “Pit box Scalextric / Sarabble / Table MotoGP / Juegos 8 en 1 / Warkmmar 40000: Capítulo de desembarco Marines Españoles / Mini Uzi de bola1 / Mando inalámbricoXbox 360 Ro;r / Mario y Sonic / En los juegos Olímpicos de Invierno para Wii / Tekker 6 PSP”. Y a parte de todo lo anterior, que en el folio aparece cada cosa en una fila, figuran otros siete renglones de sugerencias con tachaduras e indescifrables, al menos para mí.

Entonces me he acordado de D. Bertrand Russell, que dijo aquello de “carecer de alguna de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad”. Espero por el bien de ese niño que sus padres coincidan con el Sr. Russell.


sábado, 26 de marzo de 2011

XXX Feria del Libro antiguo y de ocasión de Albacete

Comienza hoy la Feria del libro antiguo aquí en Albacete y he madrugado. Me desperté con el deseo de que no me quitasen las sorpresas que aguardaban mi vista, mis manos y mi olfato. Tras un primer envite -habrá tiempo de más- éstas han sido mis adquisiciones:

- Azorín, de Antonio Azorín.
- Las señoritas de Wilko, de Jaroslaw.
- El museo de cera, de Jorge Edwards.
- El lugar del aire, de Carlos Pujol.
- Cuando éramos honrados mercenarios, de A. P. Reverte (recopilación de artículos).

Se me han resistido Los carnavales y El Rastro de D. Pio Baroja y R. G. de la Serna, respectivamente, dado su mal estado, aunque veremos si aguanto...

No he visto nada ni de Josep Pla, ni de González Ruano ni de Indro Montanelli...

Buen ambiente en un día grisaceo pero con buena temperatura ambiente.

A modo de primer día... to be continued

jueves, 24 de marzo de 2011

Sobre la guerra en Libia


Antes de entrar en materia quizás convenga traer a colación algunos apuntes sobre Libia. El pasado 2 de marzo se cumplía el trigésimo tercer aniversario de la proclamación de la Jamahiriya –Estado de las Masas- Árabe Libia Popular y Socialista y que colocó al frente de la jefatura del Estado a Muammar al-Gaddafi, ejerciendo desde entonces como “Hermano Guía de la Gran Revolución”. Libia tiene, con 74 años, la esperanza de vida más alta del África continental; cuenta con el Producto Interior Bruto por persona más alto del continente africano y, además, ocupa el primer puesto en el Índice de Desarrollo Humano de África. La economía Libia se basa en el petróleo, recurso que constituye el 95% de sus exportaciones, siendo la sexta economía africana después de Sudáfrica, Nigeria, Egipto, Argelia y Marruecos.

Dicho esto, lo primero que tengo que decir es que guardo un gran recuerdo de mi viaje a Libia en 1999. Regresé a Madrid con la convicción de que lo de la democracia popular socialista era un cuento chino, que lo que había era una dictadura como la copa de un pino en cuya cúspide se situaba Gaddafi, pero que la gente vivía relativamente bien. Ya saben, siempre que uno no se metiera con Muammar; otro de los del pueblo pero sin el pueblo.

Ahora, de repente, después de 33 años, dicen que llamados por la sorprendente ola democrática que vive la cuenca del Mediterráneo, unos “rebeldes” hacen frente al dictador. Eso sí, cargados de armas hasta los dientes y con repuestos, venga disparos al aire. ¿De donde salen esas armas? Y aprovechando que el dictador ha procedido a reprimir la revuelta, y que el Pisuerga pasa por Valladolid, pues nos lanzamos a una guerra supuestamente contra Gadafi, eso sí, respaldada por la ONU, ¿quiénes son esos? Y entonces nos cuentan que no es para deponer a Gaddafi –grave error- sino para proteger a la población civil del dictador, ¡ay! los derechos humanos “relativos”. Sepa el lector que para Human Rights Watch, por ejemplo, es mucho más preocupante la situación de los derechos humanos en países como Uganda, Zimbaue, Sudán, Somalia o la Guinea Ecuatorial de Obiang. Es decir, si no sublevación popular –y me temo que ésta no ha sido a iniciativa propia- no represión de Gadafi; y éste seguiría forrándose de pasta gracias a los negocios hechos con media Europa y EE UU –sí, sí, a pesar del caso Lockerbie- y dotando a su pueblo de una cierta prosperidad aunque, como todo dictador, sin pasarse. Por cierto, que sepan que en esta guerra en toda regla va a morir mucha gente pues el dictador no se va a cortar a la hora de utilizar escudos humanos. Y los de la “ceja” sin tomar las calles, auque eso es materia de otro artículo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

A cerca del entendimiento, o no, del artículo, de lo escrito...

(Publicado por D. Miguel de Unamuno en Caras y Caretas, Buenos Aires, 11 de junio de 1921.)

NI AUN FUERA BIEN ENTENDERLO

A DON M. N. Y O., espontáneo corresponsal y censor.

“¿Qué nosotros queremos decir una cosa y usted entiende otra? ¡Y qué más da!...Puede ser que usted tenga más razón que nosotros. Porque aquí lo importante no es lo que nosotros hemos pensado para escribir, sino lo que nuestros lectores piensan por habernos leído. Que el pensamiento no es una propiedad quiritaria e inajenable.


Usted nos dice que no entiende del todo todos nuestros artículos. ¿Pero es que cree usted que los entendemos nosotros? Y no se escandalice, no. Hay cosas que ni el que las dice las entiende bien. Y las dice para ver si así las entiende. En cuanto una larva de pensamiento, o de fantasía, nos estorba en la mente la echamos, escribiéndola, a fuera, para viéndola así, fuera nuestro, verla mejor.

Y esto se lo explicaremos mejor otro día.”


lunes, 21 de marzo de 2011

Poema políticamente incorrecto

En el día internacional de la poesía, que para mí lo es todos los días, traigo a este Blog un poema de Luis Alberto de Cuenca que me gusta mucho, en español se titula "Políticamente incorrecto":

Political incorrectness

Sé buena, dime cosas incorrectas
desde el punto de vista político. Un ejemplo:
que eres rubia. Otro ejemplo: que Occidente
no te parece un monstruo de barbarie
dedicado a la sórdida tarea
de cargarse el planeta. Otro: que el multi-
culturalismo es un nuevo fascismo,
sólo que más hortera, o que disfrutas
pegando a un pedagogo o a un psicólogo,
o que el Meditarráneo te horroriza.
Dime cosas que lleven a la hoguera
directamente, dime atrocidades
que cuestionen verdades absolutas
como: "No creo en la igualdad." O dime
cosas terribles como que me quieres
a pesar de que no soy de tu sexo,
que me quieres del todo, con locura,
para siempre, como querían antes
las hembras de la Tierra.


domingo, 20 de marzo de 2011

"Todos eran mis hijos", de Arthur Miller

El jueves por la noche se representó en el Teatro Circo de Albacete Todos eran mis hijos, de Arthur Miller. Voy mucho al teatro y nunca lo había visto tan abarrotado de gente. La obra es buena, muy buena, y la puesta en escena de Claudio Tolcachir, con la excelente interpretación de Carlos Hipólito y Gloria Muñoz al frente, también lo es. Todos eran mis hijos nos cuenta la historia de un cabeza de familia responsable, con conocimiento de causa, de la muerte de unos pilotos. ¿Y por qué es responsable? Vayan al teatro o lean la obra, que merece la pena.

La historia es buena porque te invita a la reflexión interior y exterior. ¿Ante quienes somos responsables de nuestros actos? ¿Ante nosotros mismos, nuestra familia, nuestra Patria? ¿Cuáles son los límites de la ambición humana económica y empresarial? ¿El fin justifica los medios?

Un sin fin de preguntas pasan por la cabeza del espectador mientras disfruta de una obra que, en más de una ocasión, le hace a uno vibrar.

sábado, 19 de marzo de 2011

"Lo importante es lo importante"

El gran periodista y escritor que fue Álvaro Cunqueiro, del que se cumple este año el centenario de su nacimiento, dejó escrito que “la inmensa cantidad de noticias que al hombre le es suministrada es inadmisible. Tal cantidad termina formando insensibilidad. Puede decirse que la información que se le suministra al hombre en 1977 es infinitamente superior a la que ese hombre necesita –y no digamos en el 2011-, y por ese mismo exceso lo transforma en un hombre desinformado”. Recuerdo las palabras del maestro al conocer por los medios de comunicación –es cierto que no todos- los altercados ocurridos en distintas capillas de la Universidad Complutense. Antes los hubo en la de Barcelona. Pese a que muchos así lo desean, lo importante del debate no es si deben existir o no capillas en la universidad pública española. Eso es un tema al margen que no hay porqué no abordarlo, pero que no toca aquí. Lo importante de la información recibida es que se ha agredido con violencia, vandalismo y, por tanto, vulnerando la ley, un lugar público que hoy por hoy forma parte de la Universidad. ¿Se imaginan ustedes los mismos actos vandálicos en la capilla de cualquier hospital? Escuchamos a todas horas la palabra progreso como modelo de conducta y, en cambio, muchos de los que cometen esos altercados son los mismos que empuñan aquella bandera. ¿No hemos aprendido nada de nuestra Historia reciente? Hay una palabra que me gusta más que la de progreso, y es la de respeto. Pero no solo a una capilla por ser un lugar para muchos sagrado, que también, sino a todas las de pendencias de la Universidad por el simple hecho de serlo. A todos esos que se dedican a asaltar capillas – ¡qué poco universitarios que son!- les diría que se diesen una vuelta por cualquier centro universitario de Reino Unido, Bélgica, Holanda, Alemania, Austria, Suiza o Suecia, por poner solo algunos ejemplos: ni un papel en el suelo, ni una pintada en las paredes, ni rastro del botellón y, por supuesto, ninguna agresión a sus dependencias. El respeto es lo importante de esa información.

viernes, 18 de marzo de 2011

Frivolidad nuclear

Estoy de acuerdo con Dña. María Teresa Estevan Bolea, Presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear hasta el año 2006, cuando, en una entrevista a propósito de lo ocurrido en Japón, señala que le parece “muy frívolo, muy inhumano y muy inmoral” la forma en la que se está abordando el tema de las centrales nucleares “ante un drama tan inmenso como el que están viviendo los japoneses, con 70.000 niños acogidos que están buscando a sus familias –hoy serán más-, tantísimos muertos, un tercio del país devastado, un terremoto de nivel 9 en la escala de Richter, cuando antes el 5,8 y el 6 nos parecía una barbaridad, con réplicas del 6,8, y con un maremoto también impensable que ha sido el culpable de todo el desaguisado”. ¿Por qué aparece en la televisión, cada vez que se habla de las centrales nucleares, una refinería de petróleo ardiendo? ¿Qué tiene que ver el petróleo con lo nuclear? “Yo no he visto un tema tratado con menos rigor que éste de las centrales nucleares de Japón”, señala la especialista.

Por otro lado, con lo ocurrido en Japón se ha creado, interesada o desinteresadamente, un clima de pánico a lo radiactivo que es injustificado según el criterio de los expertos; para Dña. María Teresa Estevan Bolea “las centrales nucleares son limpias, son baratas y son seguras”. Científicamente una radiación es una transmisión de energía sin un soporte material. Parece ser que tenemos pánico a la radiación de las centrales nucleares pero no lo tenemos a una Radiografía, a una Resonancia Magnética o a un TAC. Tampoco pondríamos reparo a una transfusión de sangre, y ello a pesar de que ésta se estiliriza previamente con radiaciones ionizantes. Pero es que la utilización de isótopos radiactivos en la industria es el pan nuestro de cada día. Y nosotros sin saberlo. Nos guste o no nos guste, habitamos en medio de la radiación: por un lado, las elevadas temperaturas del interior de la Tierra son consecuencia de la suma de reacciones radiactivas que lo forman; por otro, vivimos gracias a la radiación solar del exterior. ¿Qué es el sol sino un gigantesco reactor nuclear de fusión? Coincido con Dña. María Teresa en que no estaría mal un poco más de rigor y no tanta frivolidad, nuclear en este caso.

Por Juan Pablo L. Torrillas en Estrella Digital, La Verdad de Albacete y en ABC

jueves, 17 de marzo de 2011

Chopin

Leyendo una entrada en el blog Mi siglo, de D. José Julio Perlado, que habla de la experiencia de Chopin en Palma de Mallorca, no he podido evitar poner su música, he aquí un concierto con el que deleitarse:

miércoles, 16 de marzo de 2011

Frivolidad Nuclear

A continuación una interesantísima entrevista a Dña. Mª Teresa Estevan Bolea, ex Presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear:

martes, 15 de marzo de 2011

"La velocidad del paro", hoy en La Tribuna de Albacete


Prohibir está de moda, y si no se prohíbe pues se limita, que para eso está el gobierno, que piensa y se preocupa de nosotros, ciudadanos indefensos. Ocurrió con el vino, luego con las hamburguesas, después con el tabaco y ahora con la velocidad. Dice Zapatero que limitar la velocidad a 110 kilómetros por hora es bueno porque así salvaremos vidas y gastaremos y contaminaremos menos. ¿Y por qué no adoptó esta medida tan “beneficiosa” –y tan patéticamente paternalista- nada más llegar al gobierno? ¿Y por qué a renglón seguido dice que “ojala” la limitación pueda levantarse cuanto antes? Pues porque una vez más el Presidente del gobierno miente. Ninguna de las potenciales consecuencias citadas es lo que se persigue con la rebaja del límite de velocidad. Lo que ocurres es que mientras hablemos de la ley antitabaco y de la velocidad en las carreteras no se habla del caso Faisán, de las indemnizaciones fraudulentas aprobadas por la Junta de Andalucía ni del pan nuestro de cada día, o lo que es lo mismo, de que el número de parados no deja de crecer. El señor Zapatero se equivoca de lleno. Observo que incluso sus votantes -¡vaya tela!-, empiezan a estar un poco hartos y cansados de que les digan lo que tienen que hacer a cada momento del día, y donde. Un hartazgo que se contagia a marchas forzadas cuando todos tenemos a gente cerca que está pasando las de Caín, cuando vemos que los comedores sociales, de los que Cáritas tiene tanto que decir, están repletos de personas como usted lector y como yo, y, cuando frente a tan graves problemas, lo que se le ocurre al gobierno es, ni más ni menos, que acudir a la técnica de la distracción bajando el límite de velocidad. No señor Zapatero, son muchos años ya, demasiados, los que lleva tomándonos el pelo a los españoles. Decía Walt Whitman que “a mi juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz”. Estamos de acuerdo, y si el gobierno ha de esforzarse por bajar algo que sea la velocidad del paro.

lunes, 14 de marzo de 2011

Como un bebé

Anciana durmiendo (Nicolaes Maes)
Koneinklijk Museum, Amberes

El domingo pasado entró en la salita acompañada de su tos. «¿No te echas la siesta?», le dije. «Sí, pero creo que me voy a tumbar aquí, en el sofá», me contestó. A paso de tortuga se sentó, se quedó con la mirada perdida durante unos minutos y finalmente se tumbó, se cubrió con la manta y continuó tosiendo, hasta que se calmó. Comenzaron y no cesaron, sin embargo, sus ronquidos. Me parecieron los resuellos más hermosos del mundo. Contemplé, gozoso, aquella imagen. Madre de mi madre, ahí estaba recostada soñando como un bebé de 85 años. Posé la mirada en los dedos de sus manos, desfigurados de tanto fregar, escardar y segar, y caí en la cuenta del respeto que les debemos, que se merecen. De cumplir con el rol de abuelos, el que corresponde, los hemos convertido en niñeros; y de personas, en objetos. Me niego. Pido para ellos veneración, cariño, atención y el cuidado que a nosotros nos dieron. Es de justicia.


Publicado en XLSemanal el 13.03.2011 (dominical de ABC)

domingo, 13 de marzo de 2011

Reflexiones sobre el amor...

Quizás podamos empezar a hablar de amor al contemplar a dos personas, unidas en matrimonio hace más de 32 años, tendidas sobre su lecho, abrazadas... o al escuchar a dos mayores conversando con entrega y amor una tarde cualquiera, tras la siesta, después de que se dijeran el sí quiero hace ya más de 60 años...

¿Qué falla hoy, entonces?

viernes, 11 de marzo de 2011

Siete años después

Se cumplen siete años de los atentados de la estación de trenes de Atocha y es de justicia que recordemos a las decenas de personas que fueron asesinadas en el acto terrorista más sangriento de toda la historia de España.

Recuerdo que aquella mañana quería llegar antes al trabajo pero me retrasé y cuando llegué a la estación de tren los andenes estaban colapsados de personas que esperábamos para hacer el matinal trayecto en la línea C-5 con destino a Atocha. A eso de las 8 de la mañana y sin nadie saber que ocurría se nos dice por megafonía que debido a una avería se recomienda que utilicemos el transporte alternativo, es decir, autobús o metro. Aún nadie sabía lo que había pasado.

Llegué en metro a la estación de Conde Casal y cuando salí de la boca del metro para dirigirme a mi trabajo un sinfín de ambulancias cruzaban la calle de arriba abajo y de abajo arriba a toda velocidad en dirección Atocha. Algo había pasado. Mi teléfono portátil comenzó a sonar sin parar, eran numerosos los amigos y familiares que, sabiendo mi ruta diaria, me llamaron preocupados. Algo había pasado. Llegué al trabajo y estuvimos toda la mañana con la cara desencajada, escuchando y viendo con el corazón helado con el número de muertos aumentaba conforme pasaba el tiempo.

Quiero rendir desde aquí mi pequeño homenaje a todos aquellos seres que fueron asesinados aquél maldito día sin aún hoy saber muy bien porqué. Gente que, como ustedes y como yo, se disponían aquella mañana a acudir a sus centros de trabajo o de enseñanza.

* Publicado en ABC y La Verdad de Albacete (sábado 12 de marzo de 2011)

jueves, 10 de marzo de 2011

Cuarenta días


Comienza la cuaresma para los cristianos católicos, periodo que separa el Miércoles de Ceniza del Domingo de Ramos, el domingo antes del de Pascua, en el que se celebra la resurrección de Jesús, el Cristo. A lo largo de la historia de la humanidad importantes sucesos han ocurrido durante el mismo periodo de tiempo: Jesús vivió su retiro durante cuarenta días en el desierto, Moisés aguardó durante 40 días antes de subir al Sinaí, Elías caminó durante 40 días hacia el Horeb y, por finalizar, la marcha de los judíos por el desierto duró 40 días. Episodios todos ellos que forman parte de la historia del hombre en la tierra (se entiende que también de la mujer).

Hoy, en este año 2011 del s. XXI, la Iglesia nos invita a que aprovechemos estos 40 días próximos para acercarnos un poquito más a la palabra y obra de Jesús, para que reflexionemos, oremos, nos abstengamos y ayunemos. Reflexionar a cerca de nuestra vida, de su misterio, de donde venimos, de lo que somos y a donde vamos o queremos llegar. Que oremos, pues no se conoce al prójimo, al amigo o al hermano sino mediante el diálogo y la conversación, ¿y qué es la oración sino la conversación con Dios? Que nos abstengamos, en la medida de nuestras posibilidades, de nuestra vida superficial, que pongamos nuestra atención a disposición del corazón del hombre, que miremos a los ojos al prójimo, que nos miremos a nuestro interior y que dejemos de lado nuestras acciones banales y superfluas. Y que ayunemos, esto es, que controlemos nuestros impulsos físicos para solidarizarnos con el que ayuna por obligación, que renunciemos al hambre biológico en la búsqueda del hambre y sed de Dios, tan necesario en nuestros días.

Disponemos de cuarenta días, que al menos sean cuarenta, para convertirnos -que no quiere decir necesariamente el abandonar una fe para abrazar otra-, para transformar nuestras vidas en el sentido más humano y cristiano de la palabra. Que los próximos cuarenta días oremos, nos abstengamos y ayunemos con el máximo sentido común y reflexión, mirando en nuestro interior, con el mayor de los agradecimientos y el máximo amor, al prójimo, pero también a nosotros mismos, y por encima de todo, a Dios.

lunes, 7 de marzo de 2011

"Perdido en Buenos Aires", en la revista Clarín


En el primer número de la revista Clarín de este año (enero-febrero 2011) aparece la reseña literaria que he escrito sobre la nueva novela del amigo cubano Antonio Álvarez Gil, Perdido en Buenos Aires, y que el año pasado se alzó con el Premio de Novela Mario Vargas Llosa que convoca la Universidad de Murcia junto con la CAM. Espero que os guste la reseña y, por supuesto, os recomiendo fervientemente la lectura de esta vibrante novela.

Antonio Álvarez Gil
Perdido en Buenos Aires
Ediciones de la Universidad de Murcia (editum)
Colección: Premios Murcia, 2010


Historia de un fracaso

Un tablero posa sobre la mesa repleto de piezas blancas y negras. Dos ejércitos perfectamente alineados permanecen atentos al primer movimiento, a la primera apertura. ¿Abrirá la partida con el gambito de dama el uno, optará por la defensa ortodoxa el otro? Cada ficha suma y todas a una están dispuestas para el combate. Tan solo un objetivo: matar al rey contrario. Pero si además cae la dama nada más empezar puede que no haya un golpe más bajo. Mientras, un niño observa a los dos contrincantes cuya amistad ha quedado en otra parte, al menos por el tiempo que dure el envite, quizás también después. El zagal, que tiene puesta toda la atención en la partida, observa que su padre hace trampa al mover el negro caballo a una casilla prohibida. El cubano José Raúl Capablanca y Graupera, que con cuatro años advirtió de aquel movimiento fallido, poco podría imaginar entonces que años después, en 1921, llegaría a ser el campeón del mundo de ajedrez, a la edad de treinta y tres años.

Antonio Álvarez Gil (Melena del Sur, La Habana, 1947) ha obtenido con Perdido en Buenos Aires el Premio de Novela “Mario Vargas Llosa” en su edición del 2009. Después de las novelas Las largas horas de la noche, Naufragios, Delirio Nórdico, Después de Cuba y Concierto para una violinista muerta -y de otros tantos premios-, Perdido en Buenos Aires es, sin duda, la obra más lograda, madura y posiblemente la que más quebraderos de cabeza haya dado al escritor cubano. El esfuerzo ha merecido la pena.

Apodado como “el Mozart del ajedrez”, José Raúl Capablanca disputó a finales de 1927 en Buenos Aires el torneo para la defensa de su titulo de campeón del mundo. El retador, que aterrizó en la ciudad porteña sin haberle conseguido ganar una sola partida, era el jugador francés de origen ruso Alexander Alekhine. Capablanca, sin embargo, llegaba con la tranquilidad y la confianza que le propiciaba saber que en los últimos trece años había disputado 158 partidas y había vencido en 154 de ellas. La novela Perdido en Buenos Aires narra, siempre desde la óptica del jugador cubano, la estancia de Capablanca en la ciudad del Plata a lo largo de los dos meses y medio que duró el duelo. Antonio Álvarez Gil consigue, con un lenguaje claro y sencillo que huye de tecnicismos, presentarnos unas escenas que te sientan directamente en las gradas del Club argentino de ajedrez donde se celebraron las más de treinta partidas del torneo, unas escenas que te sitúan delante de aquél tablero y que son capaces de recrear cada partida disputada, hasta conseguir revivir con la misma tensión e intensidad el transcurrir de los sucesivos envites. Alekhine preparo, trabajó y planeó minuciosamente cada partida, no estaba dispuesto a volver a casa sin el título de campeón. Capablanca, para quién el ajedrez es, o al menos era, “algo más que un juego; es una diversión intelectual que tiene algo de arte y mucho de ciencia… un medio de acercamiento social e intelectual”, a penas repasaba los errores cometidos en cada lance. Alexander Alekhine, contra todo pronóstico y para sorpresa del mundo del ajedrez nacional e internacional, se proclamó campeón del mundo. En el fondo, dos modelos de enfrentar la vida: la ilusión, el trabajo, el orden y el esfuerzo, por un lado; la desesperanza, la holgazaneria, el caos y el desinterés, por otro. ¿Por qué esa desidia por parte de Capablanca? Preguntará el lector. Quizás porque, con sus propias palabras, “a veces tenía la impresión de que había comenzado demasiado temprano y agotado la copa de los éxitos a una edad en que otros comenzaban apenas a lograrlos”.

Capablanca pierde porque llega a un momento en el cuál, por encima del ajedrez, le interesa la vida, vivir. “Sí, ya sé que para vos es más importante vivir que jugar al ajedrez”, le dice una de las mujeres con quien se pierde en la noche porteña. “Hay gente que cree estar viva, cuando, en realidad, están muertos en vida”, parece obsesionar al cubano. El campeón se deja llevar y de su mano nos adentramos en la vida nocturna y bohemia de aquél Buenos Aires por donde desfilan todo un grupo de figuras del escenario y la farándula. Tan pronto se encuentra moviendo ficha en algún café de barrio como paseando por sus calles y avenidas, entre las sábanas del lecho de alguna mujer o escuchando ese sentimiento que el viento transforma en sonido, ese suspiro convertido en melodía y que se llama tango. Porque si el ajedrez es importante en la novela, no lo es menos la pasión de Capablanca por el tango; en su búsqueda visita distintos y curiosos cafés como el Café Príncipe Cubano o el Café de los Angelitos donde, interpretados con la maestría de Carlos Gardel, escucha La cumparsita, Milonga sentimental o Mi noche triste.

Lo primero que vemos en la portada de Perdido en Buenos Aires es a una pareja bailando tango sobre un tablero de ajedrez. Antonio Álvarez Gil ha escrito una brillante novela que nos cuenta la historia real de un fracaso y donde el arte de la ficción aparece y desaparece sin avisar. No es la primera novela que se construye en torno al ajedrez, anteriores son La defensa Loujine, de Nabokov; El gambito de caballo, de Faulkner; Un combate, de Patrick Suskind o Novela de ajedrez, de Stefan Zweig, pero lo que sí que es cierto es que Perdido en Buenos Aires merece estar, por su calidad, entre las mencionadas. En las profundidades de la misma un sinfín de reflexiones a cerca de la vida, el paso del tiempo, el amor, la amistad y, al fin y al cabo, la muerte, esperan al lector.

Juan Pablo López Torrillas


jueves, 3 de marzo de 2011

Un poema: Danzas españolas*


Fuerza andaluza,

en las notas del violín,

la magia cubre,

el bello jardín.

Enrique Granados, y olé,

con esta composición divina

la Alhambra baila,

a sus pies.

Danza andaluza,

grande,

grande de España,

que a la Mezquita de Córdoba,

que a la Giralda de Sevilla,

conquistas,

con tus puntos y corchetes,

con tu arte

y tu elegancia,

con tu esfuerzo

y tú trabajo,

con todo tu sentimiento

y tu mirada.

Tú que llevas por apellido,

a la Granada mozárabe,

a la Granada mora,

a la hermosa Granada cristiana.

No rompas las cuerdas,

deja que bailen

a la luz de la luna,

que nadie me robe,

por Dios, nadie,

este hermoso instante,

de un amanecer rojizo,

sobre el verdor de sus estanques,

oxigenado por sus aromas,

a jazmín y a rosales,

no pares, no pares,

que al alba de nuevo,

todo nace.

Que la guitarra te acompañe,

el oboe, la flauta,

la dama delicada,

el violín,

todos suenan a la vez,

Enrique, el Grande.

Enamorados todos quedamos

de tus danzas españolas,

que desde oriente

a Portugal, engalanan

los patios moros, mozárabes,

las hermosas parroquias,

y las blancas fachadas,

llenas de arte.


Danzas españolas suenan

de la mano de Enrique, Granados,

una proviene del lejano oriente,

y en Andalucía otra encontró la muerte.


*Juan Pablo L. Torrillas

miércoles, 2 de marzo de 2011

"Por nuestro bien"*, hoy en ABC

Prohibir está de moda, y si no se prohíbe pues se limita, que para eso está el Gobierno, que piensa y se preocupa de nosotros, ciudadanos indefensos. Dice Zapatero que limitar la velocidad a 110 kilómetros por hora es bueno porque así salvaremos vidas y gastaremos y contaminaremos menos. ¿Y por qué no adoptó esta medida tan “beneficiosa nada más llegar al Gobierno? Pues porque mientras hablemos de la ley antitabaco y de la velocidad en las carreteras no se habla del caso Faisán, de las indemnizaciones fraudulentas aprobadas por la Junta de Andalucía ni del pan nuestro de cada día, o lo que es lo mismo, de que el número de parados no deja de crecer. Decía Walt Whitman que “El mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz”.

Por Juan Pablo L. Torrillas (hoy en ABC)

* El artículo originario se titula "La velocidad del paro" y es un poco más largo pero debido a razones de espacio ha quedado como aquí aparece.