lunes, 31 de mayo de 2010

Almuerzo con D. José Luis L. Aranguren


Ayer tuve la fortuna de "almorzar" con el ilustre filósofo D. José Luis L. Aranguren y reflejo aquí alguna de sus reflexiones. Espero que sean de su interés.

- “¿Qué consejos nos daría a los españoles para ayudar a construir esa España ideal y utópica y que, sin embargo, sería tan importante aproximarnos a ella?” Preguntó D. Joaquín Soler.
- “Primero. En el plano moral, no diré que individual, pero sí profesional: es menester que los españoles trabajemos más. Yo creo que hoy hay una crisis de laboriosidad. Está bien que nos hayamos alejado de esa ética protestante del trabajo y todo lo demás; en la que, por otra parte, tampoco estuvimos demasiado dentro los españoles, pero me parece que hoy se trabaja demasiado poco. Los estudiantes mismos, si hay que preparar el seminario de la semana que viene no lo preparan. Trabajan poco. Y evidentemente la crisis en la productividad del sector laboral es muy grande.
Segundo. Si no nos gusta la política, la política en gran parte como se lleva a cabo en España, en gran parte es una responsabilidad nuestra. Nosotros tenemos que asumir plenamente nuestro papel de luchar por una democracia… lo que no se hace votando el 15 de junio o cuando nos corresponda la próxima vez solamente, sino asumiendo este papel de democracia participatoria a través de todos y cada uno de los momentos y de los actos de nuestra vida. Yo creo que así es como se conseguirá la Democracia. Evidentemente es una utopía, el ser demócrata en ese sentido, pero los jóvenes saben muy bien que la utopía es lo único que merece la pena en la vida”. Contestó el profesor José Luís L. Aranguren.

- Señor Aranguren, creo que 34 años después de sus declaraciones bien poco ha cambiado este país, y si lo ha hecho en los planos a los que usted se ha referido, mucho me temo que ha sido a peor. No sé que pensarán nuestros lectores. No obstante muchas gracias Profesor por su reflexión.

sábado, 29 de mayo de 2010

Una mañana cualquiera

Digamos que he madrugado. A las ocho de la mañana ya estaba yo corriendo por el parque lineal en dirección a la vía verde que acompaña el Canal de María Cristina. La niebla me ha envuelto durante los 45 minutos de carrera, suficientes para el cuerpo, y para el espíritu. De regreso ha casa he prestado atención a mi alrededor. He coincidido también con gente caminando, corriendo o montando en bicicleta. Otros estaban tomando el café, con el sol y sombra correspondiente, previo al trabajo. Algunos jóvenes llegaban a sus casas completamente borrachos, fuera de sí, y algún ciudadano que otro empezaba el día echando en las máquinas tragaperras el alimento de sus hijos. Al llegar a casa he estirado los músculos, me he duchado, he desayunado y me he puesto a estudiar. Antes he pensado en esos jóvenes y en si lograran algún día quererse y respetarse así mismos; y en los señores y las señoras de las máquinas tragaperras, en si tan mísera es su vida como para tirar en una estúpida máquina, llena de luces y sonidos absurdos y estridentes, los cuartos del alimento de sus hijos.

viernes, 28 de mayo de 2010

Seguro de su perfume


Con la llegada de aquél olor tuvo que dejar de prestar a la novela la atención merecida. La historia de la “La ciudad y los perros” le estaba encandilando de tal manera que llevaba dos días sin dejar de pensar en los entresijos de Tarzán. El aroma desprendido por aquél perfume le resultó conocido, familiar diría yo. Cerro el libro y apoyo la cabeza en el respaldo del asiento. Cerró los ojos y llegó de nuevo aquella imagen. Años atrás se encontraba delante de la mujer a la que más querría, posiblemente, en toda su vida. Por eso fue la mujer imposible, en cuyos brazos nunca caería eternamente, siempre de forma evanescente, fugaz como lo es la vida para los que aún se preguntan por qué. No pudo evitar la tentación, abrió los ojos y quiso comprobar si se trataba de la por siempre inolvidable Patricia. Pidió permiso al pasajero de al lado, salió al pasillo y miró. No, no era ella. Otra mujer se encontraba en el tren, en el mismo vagón que él, detrás de su asiento, con su mismo perfume, pero no era ella.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Verdaderamente perplejo...y una propuesta

Asisto perplejo a la decadencia más absoluta de éste nuestro Gobierno. Nunca jamás pensé en mi corta existencia que se pudieran hacer las cosas tan rematadamente mal, nunca.

En cualquier Consejo de Administración de cualquier empresa del mundo, cualquiera, un Consejero Delegado tan absolutamente incompetente como nuestro Presidente del Gobierno habría durado dos días. O ni eso, nunca habría llegado a semejante puesto. Aquí en cambio volvió a salir elegido por el “pueblo” español en el 2008, hace tan solo daños, cuando -¿ya no se acuerda nadie?- negó una vez sí y dos también la crisis económica, cuando España –díjo- jugaba en la Champion Leage de la economía mundial. ¿Se acuerdan del debate Solbes Vs Pizarro? Vean, véanlo de nuevo, está en las videotecas a su disposición.

La cosa está muy mal y se va a poner peor, ¿pesimista? No, realista. El señor Rodríguez Zapatero se ha declarado el solito –hay que estar ciego y ser un fanático para justificarlo- manifiestamente incapaz para liderar este país en las circunstancias tan adversas por las que atraviesa. Aún antes ya lo había demostrado. Él y todo su equipo de gobierno, por que es que hay que ver qué tropa. Y yo no es que sea militante del PP precisamente, ante todo mi libertad por favor, pero si que sé cuando alguien vale y cuando no. Es más, si me apuran, mi propuesta es la de que se nombre un equipo directivo que asuma las tareas de saneamiento de esta empresa llamada España. Previa dimisión del Gobierno en Pleno. Dicho equipo estaría hasta que se recondujera la situación, luego llegaría el momento de convocar elecciones generales y que el “pueblo” elija de nuevo. ¿Quién formaría ese Equipo de Dirección? Pues, por poner un ejemplo, yo nombraría a diez o doce personas: cuatro o cinco profesores del Instituto de Empresa y del Instituto de Estudios Superiores Empresariales y a cinco o seis personas con experiencia, con la talla de, por ejemplo, el presidente de El Corte Inglés, de Inditex, algún que otro Consejero Delegado de empresas como Iberdrola o Telefónca, por poner solo algunos ejemplos. A que pinta bien.

España necesita un golpe de efecto y solo puede llegar de la mano de un lavado claro de cara, para ello es necesaro que el Sr. Rodríguez Zapatero presente su dimisión inmediatamente, él y todo su equipo. Queda dicho.

martes, 25 de mayo de 2010

"La Revolución del 34", por D. Ignacio Gracia Noriega

Os dejo con un artículo de D. Ignacio Gracia Noriega publicado en el diario asturiano La Nueva España el pasado 19 de octubre de 2009; cuanto menos interesante, sobre todo para aquellos que se creen dueños de la Verdad única, la Historia única, la Memória única, sí, para todos esos del pensamiento UNICO.

"La otra noche anunciaban en la TPA (la única cadena que todavía le sigue prestando atención al buen cine clásico, prácticamente desterrado de las demás cadenas, como si se tratara de tabaco o alcohol) la proyección de una película de Fleischer, por lo que me dispuse a verla. La película estaba anunciada a las doce y media, y, como es habitual en esta cadena, no empezó hasta cerca de la una, por lo que tuve que asistir, al principio resignado y luego con curiosidad, a un coloquio sobre la revolución del 34 en el que intervenían dos historiadores científicos, Rosa María Madariaga y José Girón Garrote, y un periodista, Jorge Martínez Reverte. Como en el periodismo no cabe ser «científico», con el rótulo de periodista y escritor de éste último basta y sobra: quien, por lo demás, fue el único del trío que se permitió algunas descalificaciones a la acción revolucionaria. La señora Madariaga, perteneciente a la gran élite intelectual y republicana, expresaba la nostalgia de aquella revolución y aquella guerra perdida, que de haber sido ganadas tal vez a ella le hubiera costado pasar una temporada de reeducación en las Siberias socialistas que al efecto se hubieran organizado. Pues como me dijo un día Antonio Masip que no hay cosa más estúpida que un obrero de derechas, caí en la cuenta de que hay otra especie que mejora con creces aquélla, la del burgués de izquierdas. Por su parte, Girón Garrote, compañero de carrera y de aventuras cinematográficas más o menos fallidas, hablaba en nombre de la Ciencia con mayúscula, en su variante histórica. Me gustaría recordarle al amigo Girón, ya que la formula alguien que fue también maestro suyo, Gustavo Bueno, la improbabilidad de este tipo de «ciencia», pero temo que no es el caso ahora. Girón, a quien tengo por persona moderada, se desbocó insultando sin venir a cuento a Pío Moa, a quien calificó de analfabeto y reprochó que vendiera sus libros «como churros». Quién sabe si no es ahí donde les duelen a los historiadores científicos las intromisiones de los profanos en sus supuestos «cotos vedados», aunque más bien creo que se trata de cierto espíritu de clerecía exacerbado que pretende proscribir a todos los que se ocupen de temas de su especialidad sin pertenecer a su cofradía, esto es, sin ser funcionarios indignados por el intrusismo; y si quien lo hace, encima, no comparte mis ideas, el descaro se convierte en delito, o poco menos. Así que se descalifica a Pío Moa porque vende libros, cuando lo ideal es publicarlos y meterlos en un sótano hasta que los cubra una buena capa de polvo, como se hace con las plúmbeas publicaciones del RIDEA, pongo por caso. Tampoco comparto otras opiniones de Girón o de la señora Madariaga, condenando a las democracias de Francia e Inglaterra por no haber apoyado a la República. A mí el comité de no intervención también me indignaba hace treinta años. Pero ahora lo considero perfectamente lógico y coherente. La «democracia» que decían defender los pretendidos defensores de la segunda República, después de haber intentado un golpe de Estado contra ella en 1934 y de haber desencadenado una revolución en 1936, no era exactamente la democracia como las de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, y aunque Leon Blum fuera frentepopulista y «progre» homologado, a nadie le apetece tener el socialismo real al otro lado de los Pirineos. Si fuera en Cuba o en Corea del Norte, ya sería otro cantar. Por eso, los «progres» y los burgueses republicanos aristocráticos se emocionan con el socialismo, pero lejos, en Alemania, Inglaterra, Italia o Francia; en casa, déjennos la abyecta y despreciada democracia formal o burguesa. También se aseguró que la guerra de 1936 fue una guerra del Ejército contra el pueblo. No es exacto. Por lo menos, la mitad del pueblo español se puso del lado de los militares contra aquellos que gritaban ¡viva Rusia! Y si los totalitarismos fascistas apoyaron al bando nacional, el totalitarismo socialista apoyó al bando mal llamado republicano, porque la República habían contribuido a hundirla los socialistas en 1934, sin posibilidad de vuelta atrás. ¿Qué tenían que ver con una República parlamentaria las comunas anarquistas o las checas comunistas? En cuanto a demócratas, allá se andaban los del bando nacional y los del revolucionario. Esto es: en aquella guerra no era demócrata nadie, porque los verdaderos demócratas habían hecho las maletas y se habían marchado corriendo a Francia o Portugal. Sobre esto escribió páginas estremecedoras don Pío Baroja, aunque Girón Garrote me alegará que no son «científicas». Eso es literatura, que no otra cosa es la historia, desde Herodoto hasta don Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro por lo menos. Otros historiadores modernos prefieren contar gallinas: en su opción, como se dice ahora. Pero que no se molesten porque un «historiador de relato», o un intruso, como Pío Moa, venda más libros que ellos. Y al cabo, la película de Fleischer no valió gran cosa, pero el coloquio del historiador científico y de la republicana nostálgica me dio qué pensar. En primer lugar, esta gente se pasa la vida glorificando una revolución que fue golpe de Estado y una guerra que perdieron. Si la hubieran ganado, tendríamos al ínclito Ejército Rojo desfilando a todas horas en la plaza Roja de Madrid, de la que ahora habrían quitado la estatua de la Cibeles para poner la del abuelo de Zapatero. Es lamentable seguir escuchando lo de que «nos ganaron gracias a Hitler y Mussolini, y porque eran más y mejores», o al menos estaban mejor preparados técnicamente desde un punto de vista militar. Hace falta ser masoquistas para haber perdido una guerra y creer que se ganó. No sé si esto será «científico» o no, pero la experiencia nos certifica que la Historia no se repite. Podrán engañar a Gabino de Lorenzo, incitándole a modificar el callejero de Oviedo. Pero la guerra del 36 estuvo bien perdida, lo mismo que la revolución del 34, y debe tenerse en cuenta que una revolución que se pierde es cualquier cosa antes que una revolución. No tenía previsto escribir sobre la revolución del 34 en estas páginas transicionales. Pero creo que debo hacerlo, porque tal vez nos aclare algo sobre cómo fue aquella transición (no aquella revolución, claro es). En los meses indecisos que sucedieron a la muerte de Franco, los socialistas veteranos, algunos de los cuales habían participado en las jornadas revolucionarias, no tenían especial interés en acordarse de ellas ni en la guerra que estalló menos de dos años más tarde. Preferían mirar hacia adelante antes que hacia atrás, porque lo que dejaban atrás era demasiado negro, como el carbón. De manera que aquellos hombres que habían sido la «vanguardia de las clases obreras», según la apreciación de los compañeros de las bien instaladas socialdemocracias del otro lado de los Pirineos, se conformaban con recuperar y asentar las perdidas «libertades burguesas», propias de las democracias parlamentarias o formales. Este aspecto resultaba emocionante en los viejos socialistas y ugetistas, muchos de los cuales habían pertenecido a las Juventudes Socialistas antes de la Guerra Civil y combatido en el batallón «Sangre de Octubre», o a las órdenes del comandante Fausto, durante la guerra, y una vez perdidas la revolución y la guerra lo único que les quedaba era sobrevivir, pues no tenían ni siquiera tiempo para llorar y menos para soñar como los burgueses nostálgicos, del tipo de María Rosa Madariaga. En los meses finales de 1975, en 1976, aquellos antiguos revolucionarios resucitaban, pero no en 1934, sino en 1931, en la democracia burguesa, y deseaban, por encima de todas las cosas, que no volviera a torcerse. La épica se ve de modo distinto según quien la haya vivido o contemplado. Cuando yo le preguntaba a Paulino, el zapatero de Barredos, por los «maquis», me contestaba invariablemente: «Aquello era muy triste. Se reunían en un prado para comer pan duro mojado en el agua de un arroyo. Una vez uno de ellos sacó un pañuelo atado en picos y distribuyó las balas que llevaba en él. Tocaron a dos o tres balas por cabeza». Cada bala, me contó el comandante Mata, les costaba dos pesetas. La nómina de la mina de San Vicente, llevada a punta de pistola por Mata y Lele, se empleó íntegramente en munición. No se habla de la revolución en los días de la transición. Si acaso, cuando llegaban delegaciones extranjeras. Una vez Agustín Tomé me pidió bibliografía porque iba a hablarles del 34 a unos suecos o noruegos. Y añado, a modo de anécdota, que Vigil no aprobaba ciertos actos de reminiscencias revolucionarias, como una cena que se hizo en un restaurante de Oviedo para conmemorar aquel octubre desastroso. Tampoco Amelia Valcárcel parecía tener una gran opinión de aquellos sucesos. Según ella, el PSOE alardeaba de la revolución de octubre para demostrar, según sus palabras literales, dichas en atildado asturleonés, «qué rojos somos, mira la que armamos». Bien es verdad que de aquellas alturas de la película, la aristocrática nacionaliega no tenía previsto solicitar el ingreso en el PSOE. De aquélla, la izquierda «fetén» estaba a la izquierda del PSOE, que era un «partidu socialdemocráticu vendíu al oru de Güili Bran»".

domingo, 23 de mayo de 2010

Domingo de Pentecostés

Contemplo con asombro la sombra de mi querida España,
Lejos están aquellos tiempos de fortuna,
Llegué como vecino a finales del pasado siglo,
Pero en cambio he viajado a través de los libros
Por la España romana y visigoda,
Por la España musulmana,
Por la España cristiana de nuevo, nuestra España robada,
La España del Cádiz liberal,
La España sublevada gritando Independencia,
Luchando contra el enemigo, de dentro y de fuera.
Contemplo asustado a la clase parasitaria que nos gobierna,
Y que nos administra.
Asisto asustado al descrédito civil de la sociedad incivil,
Respiro hondo para coger aliento y me costipo.
Grito a los cuatro vientos la palabra Libertad
Y en cambio la respuesta es más silencio.
Clases medias venidas a menos.
Clases pobres cada vez más pobres.
Cultura cada vez más cara, aún teniendo medios (dinero).
Y la verdad escondida para no ser destruida:
Por la ignorancia.


Y en esas estamos en el domingo de Pentecostés.

“Paz a vosotros”, Dijo.

Paz y Bien.

lunes, 17 de mayo de 2010

Una mesa llena de "los manjares más exquisitos"

"Uno de los pueblos más antiguos y poderosos de Europa, en la cima de su gloria y su riqueza, empezaba a preocuparse de verdad por su vida, por su papel, por su civilización, por todo. De alguna manera se veían solos... y no exclusivamente en política. Sus colchones estaban forrados de billetes, sus fronteras estaban custodiadas por ejércitos armados hasta los dientes, su tierra entregaba con creces todos sus frutos y riquezas y, sin embargo, detrás de ese idilio de la pequeña burguesía se dibujaba una extraña angustia contraria a la raison que impregnaba la vida de Francia. Todos eran muy adinerados y todo desbordaba prosperidad y abundancia. Estaban sentados a una mesa ricamente puesta, llena de los manjares más exquisitos, pero temblaban de miedo ante la posibilidad de quedarse sin nada." (Confesiones de un burgués, Sándor Márai, Edit. quinteto, pag. 401).

Mientras leía este retrato que Sándor Márai hace del París de los años 30 del siglo pasado en la genial obra autobiográfica Confesiones de un burgués, por un momento creí que el cuadro correspondía a otro u otros países en época más reciente, ¿no creen?

viernes, 14 de mayo de 2010

Hacia el púlpito


Todo el mundo estaba tras su coronilla. La presión la reflejaba en el continuo goteo de sudor que resbalaba por su mejilla.
Y encima con traje y corbata, a ver cuando se puede venir en vaqueros al Parlamento –pensó. Y ahora a ver que me dicen estos fachas que últimamente solo me hacen la vida imposible. Sí, ya sé que la he cagado pero bien, ¡y qué! ¿Acaso no tenemos los tontos derecho a gobernar? Y encima Merkel y Obama tocándome la moral un día sí y otro también. Vale que Ángela me de un poquito de caña ¿pero el Presi? Mira que lo apoyé y requeteapoyé en su campaña contra los republicanos. Nada, encima de pu pones la cama. Joder, la verdad es que si lo pienso fríamente la que he liado en España es menina, menuda le espera al que venga detrás, yo me vuelvo a mi León y aunque sea me pongo a coger el teléfono en el despacho de mi padre que para eso, por lo menos, soy licenciado en Derecho. Montilla ni eso y le hice ministro, ahora que, mira que me va a dar problemas el jodio…Sí señor Presidente, ya termino.

martes, 11 de mayo de 2010

Las prisas no son buenas


Como en la zona costera donde vive no había trenes, ni ferrocarriles, ni metro, ni prisas, pues paso lo que paso.

Había llegado con sus trenzas, su inocencia y su camisita azul a la capital a pasar el fin de semana. Venía con su amiga del alma, algo más experimentada en esto de la gran ciudad. El objetivo, ver a la niña recién nacida de unos amigos de los padres de Candela, la de mayor práctica.

Llegaron a la Estación Sur de Autobuses con su sonrisa y su buen humor. Y sus maletas. Destino, estación de metro El Retiro. La zona donde vivían las amistades no estaba nada mal, junto al gran parque, pero mucho tráfico. El caso es que cogieron la línea tres de metro, la amarilla. Llegaron a la estación de Sol, tocaba trasbordo. Entonces ocurrió.

El metro fue parando poco a poco según entraba en la estación. La gente tomó posiciones frente a las puertas de los vagones. Poco faltaba para que finalizara la frenada. El metro paro. Las puertas se abrieron. La gente salió, con vidilla empezó a caminar, muchos a correr. Unas coletas a lo lejos también. Nuestra protagonista echó a correr al compás de la gente. Atrás quedó Candela sin saber muy bien porqué su amiga corría. Hecho a correr tras ella, que digo a correr, eso no era correr, era más. Por fin la alcanzó. “¿Pero porqué corres?”, preguntó. “¡Ay! No sé, como la gente corría he pensado que algo pasaba”.

Y es que, ya saben ustedes, las prisas no son buenas.

Un anarquista individualista


Hablo de Don Jorge Luís Borges, para muchos Maestro, para casi todos sabio, de basta cultura y prolija imaginación, de memoria descomunal y de una ironía y un sentido del humor caballeresco. Apenas le habían salido los dientes de hierro cuando ya leyó El Quijote en inglés. Decía de sí mismo que se consideraba un anarquista individualista para distinguirse de "los que ponen bombas". Apostaba por el individuo y condenaba cualquier forma de Estado, creía en un mundo sin gobiernos y con esa ilusión murió. Pero no está mal que se tengan ese tipo de ilusiones.

Borges nació libre, vivió libre y murió libre. Para él una persona que sobornaba o se dejaba sobornar dejaba de existir. Tal era su talla moral y ética. Todos saben que fue candidato al premio Nóbel de literatura durante treinta años. Todos saben que no le fue concedido porque posiblemente estemos hablando de uno de los premios más politizados del mundo. También todos saben que Borges hoy, y entonces, sería catalogada como "persona políticamente incorrecta". No se cortaba, era valiente, un intelectual honrado, honesto consigo mismo, que es lo que más importante y lo que menos predomina. El año que por fin parecía que sí que le iban a conceder el Nóbel le llamó un periodista sueco para advertirle de que si iba al Chile de Pinochet a recoger el premio que la Universidad Católica de Chile le había concedido se quedaría sin el Nóbel. Él señaló que hay dos cosas que una persona no podía hacer, sobornar o dejarse sobornar. Colgó el teléfono al mencionado periodista no sin antes despedirlo con un "buenas tardes", siempre fue educado. A los pocos días viajó a Chile para recoger su galardón. Efectivamente el Nóbel no se lo dieron, poco le importó, estuvo treinta años ganándolo.

También creía que Lorca era un poeta menor, menor comparado con los hermanos Machados, tan injustamente tratados por este país que aún sigue pendiente de los muertos de la más incivil de nuestras guerras. Lo mismo pasó con muchos otros escritores e intelectuales; en este país navegar contra corriente se paga con la condena al ostracismo. Es el precio de la libertad, unos lo pagaron, otros no.

Y a cerca de la democracia un periodista le preguntó:

- ¿Qué es para usted la democracia?
- Es un abuso de la estadística, contestó el Maestro.
- ¿Entonces no cree usted en la Democracia?
- No, no creo.

domingo, 9 de mayo de 2010

Minuetos y danzas antiguas (Bach)


Muerde las cuerdas
de la guitarra española,
reina el sosiego,
y la calma espera.

Tiemblan y firmes quedan,
acompañando con notas
el sonido y la grandeza
de la música barroca.

Tiene cabida en la sala,
no interrumpe ni agita
el silencio armónico
del que entre escritos navega.

Muerde las cuerdas muerde,
manos frágiles de artista,
no temas por ellas no temas,
que son duras como la vida misma.

Partituras legendarias
que llegan hasta nuestros días,
parece que Bach ya sabía
que estos versos le escribiría.

jueves, 6 de mayo de 2010

"Los misterios de la evolución"


Me he despertado pensando que hoy va a ser un día importante, veremos a ver. Lo que tengo claro es que depende de mí y con ese ánimo me he levantado, aseado, vestido, afeitado y preparado mi matinal zumo de naranja.

Al salir de casa he contemplado como un sol resplandeciente permanecía dando los buenos días. Aún continúa cuando escribo estas líneas. Buenos días he dicho. Los operarios del Ayuntamiento regaban los jardines del parque. Unas personas caminaban a sus puestos de trabajo en distintas direcciones y sentidos. Otras me imagino que lo hacían para cumplir con diversas obligaciones. Me he fijado en que la ausencia de follaje en algunos árboles permite ver el cuerpo desnudo de estos, su esqueleto. Esa imagen me ha hecho pensar que muchas veces el “follaje” de las cosas, de las personas, nos impide llegar a su interior, a lo más profundo. Algunos llaman a esto fachada. Retomando mi camino hacia el trabajo, una sensación de orden me ha colmado de tranquilidad y sosiego, todo estaba en su sitio, el sol, el cielo, el agua, la tierra, los animales, nosotros…todo en su sitio, en orden.

Ayer estuvo en Albacete, en un acto organizado por la Asociación Cultural y Social Alborea, el profesor Jose Ramón Ayllón dando una conferencia sobre “Los misterios de la evolución” y una de las ideas más claras y nítidas de su brillante exposición fue que la evolución sigue siendo un misterio, evidente, que para que haya evolución de algo o alguien antes ha tenido que ser creado, algo que en mi modesta opinión también considero obvio, y que creación y evolución jamás podrán entrar en conflicto porque actúan en planos diferentes. De los que estábamos en la sala me imagino que a más de uno nos ha entrado una curiosidad muy grande por este tema, que no es otro que el de nuestra existencia, y el porqué de ella. Ni más, ni menos. Bravo profesor Ayllón, y gracias.

martes, 4 de mayo de 2010

Cuestión de muerte

El sábado por la noche cenando,
en muy buena compañía,
un amigo me decía
que a la muerte tenemos miedo.

Yo a la muerte no la temo,
le decía con valentía,
otros antes de mí ya se fueron,
bien es cierto que a mayor
llegar me gustaría.

Llegó la vida sin yo saberlo,
y así llegará la muerte,
solo espero que para entonces,
haya hecho buen uso de la mía.

lunes, 3 de mayo de 2010

Con el labio hemos topado

Marcos llegaba tarde a misa a si que echó a correr nada más salir del portal de casa. Quedaban dos semanas para tomar la primera comunión y los catequistas ya estaban nerviosos. A veces tenía la sensación de que la comunión la fueran a tomar ellos de nuevo. Llegó el momento de comulgar y ahí estaba la mujer, de mediana edad, con su desagradable hinchazón en el labio inferior, esperando en la fila. Posiblemente más de uno y más de dos pensaron que más que un labio hinchado parecía una mujer pegada a un labio. Cuando llegó el momento de recibir la hostia tuvo que ayudarse con los dedos de la mano. Parecía como si hubiera perdido agilidad bucal. Las risas fueron generalizadas entre los compañeros de Marcos. A él no le hizo ninguna gracia, su abuela había pasado por ello y bastante padeció. Al salir de misa se dirigió a sus compañeros, –“¿os imagináis que al llegar ahora a casa tiene así el labio vuestra madre? ¡Pero que idiotas que sois!”.

domingo, 2 de mayo de 2010

Esclavos

Se ha tintado la realidad,
de un color negro marchito,
de aquí para allá la gente va,
pero nadie lleva un libro.

Rectangulares o cuadrados,
más pesado, o menos,
todo el mundo pendiente está
de los dichosos juegos.

¡Es la modernidad!,
me exlama quién no sabe
que fuera de su habitación
hay un mundo flipante.

Una imagen vale más
que mil palabras sordas,
todos los niños en la ciudad
ya no juegan a la pelota.

¿Ha muerto la esclavitud?
No, mira alrededor.