
Tengo que confesarles que, después de ver el debate entre el señor Rajoy y Rubalcaba, en modo alguno ha cambiado el sentido de mi voto del próximo 20 de noviembre, entre otras cosas porque llevo siete años con pruebas más que razonables para tenerlo claro y maduro. A pesar de los pesares. Y me imagino que lo mismo que le pasa a servidor le ocurre a la inmensa mayoría de los españoles. ¿Quién ha ganado el debate? Pues hombre, es evidente, entre otras cosas porque aquí lo que importan no son las palabras, ni el talante, ni los chascarrillos, ni la eterna sonrisa de nuestro todavía presidente, ni sus cejas, ni el buen rollito, aquí lo que importa son los hechos y de eso, de actos y acciones de gobierno, uno de los participantes en el debate tiene más cuentas que rendir a los españoles que el otro, más que nada porque ha formado parte del gobierno que se ha visto obligado –por exigencias de Europa- ha anticipar las elecciones generales. Claro, porque si después de siete años en el gobierno venimos ahora con la milonga, por poner un ejemplo, del impuesto a los ricos…, pues que quieren que les diga, ¿por qué no lo han puesto antes? Tiempo han tenido, ¿no? Y en cambio hicieron todo lo contrario, que se lo pregunten a Botín.
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