domingo, 27 de noviembre de 2011

Calentando las calles

Castilla La Mancha tiene, por primera en la democracia, un gobierno autonómico del mismo color político que el que ha de gobernar España durante los próximos años. Los castellano-manchegos han contribuido de forma contundente a la victoria de Mariano Rajoy. Frente a los siete escaños obtenidos por los socialistas, catorce han sido para los populares, el doble. Sin temor a equivocarnos podemos decir que se han refrendado las políticas de ajuste presupuestario iniciadas en mayo por el gobierno que lidera María Dolores de Cospedal. Ante la herencia recibida -¿es herencia una ingente deuda?- hemos tenido que asistir incluso a la subasta de coches oficiales para poder obtener liquidez. Una imagen vale más que mil palabras. Los castellano-manchegos, junto con una mayoría de españoles, han otorgado al Partido Popular su confianza para acometer con éxito la difícil tarea de sacarnos de la crisis económica que padecemos, la más acuciante, pero no la única. Si Winston Churchill no tuvo “nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor” para luchar frente a una “tiranía monstruosa”, salvando las diferencias, Mariano Rajoy se ha comprometido a no escatimar esfuerzos para devolver a España a una situación de prosperidad de donde nunca debió salir. Que Dios le proteja.

Se avecinan tiempos difíciles, la situación de España es incluso peor que la de 1996 y requiere de la toma de medidas contundentes, o las impondrá Europa. Todo apunta a que la izquierda en general, y los de siempre en particular, calientan ya las calles. No van a dar tregua ni a arrimar el hombro en la misma dirección. Pelearan una vez más contra un gobierno que legítima y democráticamente ha sido elegido por mayoría absoluta. No aceptan un gobierno que no sea de izquierdas. Tomaron las calles con el Prestige pero nada hicieron en el año 2005 con el incendio de Guadalajara, hubo once muertos. Salieron a la calle con la repugnante guerra de Irak, a donde nuestro ejército acudió en misión humanitaria, pero nadie les ha visto con motivo de la igualmente repugnante guerra de Libia, a donde si que hemos ido a pegar tiros. Concluyo con Séneca, “en nada hemos de poner mayor empeño que en no seguir, según acostumbran las ovejas, al rebaño que va delante y que caminan, no por donde se debe ir, sino por donde va todo el mundo”. Pues eso.

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