lunes, 29 de marzo de 2010

La mujer adúltera


Pues efectivamente, hoy es lunes Santo. Ha comenzado ya, en el día de ayer, la Semana Santa del año 2010. Mucho me temo –y me alegro- que, y más aún si el tiempo acompaña, vamos a ser testigos de unos días mágicos donde el pueblo español se va a volcar con sus pasos y pasiones, con el silencio y con la muerte, con la alegría y la resurrección, con el reencuentro y con la vida. Un año más veremos al pueblo español en la calle, acompañando a la Virgen en el duelo que fue y guardando silencio, como pecadores que somos, ante la entrega de Jesucristo en la Cruz.

En el día de la penitencia me ha dado por leer la Pasión del Evangelio según San Juan. Sin duda emocionante. Para ser cristiano hay que partir de la idea de que Jesús es Amor y que, como tal, murió en la Cruz por nosotros, por amarnos y para que nos amemos los unos a los otros. Seguimos sin hacer caso.

Como ejemplo de ese Amor y de esa capacidad de Perdón es muy interesante el pasaje de la mujer adúltera. Estaba Jesús enseñando a la gente cuando llegaron los maestros de la ley y los fariseos con una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La pusieron delante de Jesús y le preguntaron:
“- Maestro, esta mujer ha sido sorprendida cometiendo adulterio. En la ley de Moisés se manda que tales mujeres deben morir apedreadas. ¿Tú que dices?
La pregunta iba con mala intención, pues querían encontrar un motivo para acusarlo. Jesús se inclinó y se puso a escribir con el dedo en el suelo. Como ellos seguían presionándolo con aquella cuestión, Jesús se incorporó y les dijo:
- Aquél de vosotros que no tenga pecado, puede tirarle la primera piedra.
Después se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en la tierra.
Al oír esto se marcharon uno tras otro, comenzando por los más viejos y dejaron solo a Jesús con la mujer que continuaba allí delante de él. Jesús se incorporó y le preguntó:
- ¿Dónde están? ¿Ninguno de ellos se ha atrevido a condenarte?
Ella le contestó:
- Ninguno Señor.
Entonces Jesús añadió:
- Tampoco yo te condeno. Puedes irte y no vuelvas a pecar.”


Disculpadme, pero hoy en día me atrevo a decir que, muy probablemente, esa misma mujer hubiera sido apedreada. Tenemos, por tanto, mucho trabajo que hacer.

2 comentarios:

Mery dijo...

Es verdad, veinte siglos después seguimos sin hacerle caso. Debe ser frustrante para ÉL.
Una muy buena entrada para estos tiempos que corren.
Un abrazo

Juan Pablo L. Torrillas dijo...

Muchas gracias Mery, por el comentario y por la visita.
Un abrazo