jueves, 4 de marzo de 2010

Desnudos los árboles quedaron

Esta mañana la presión del esfinter era tan grande que me he despertado antes de que sonara el despertador. He mirado el reloj y he decidido levantarme y preparar con algo más de tranquilidad el zumo de naranja. Un zumo de naranja al día y, sin cometer excesos, adiós a los resfriados, costipados y catarros. Palabra.

Al salir del portal de mi vecindario un ruido estremecedor ha sonado. Unos señores se elevaban sobre largas escaleras, más allá de la altura del primer piso, y con esas sierras de gasóil las ramas de los árboles cortaban. Hace nada nos juntábamos para cantar villancicos en Noche Buena y hoy, si nos descuidamos, entramos en la Primavera.

Estudio y lectura dieron paso a la noche. Sonó el teléfono a eso de las once -¿quién será a estas horas?, -dijo-, y una voz llorosa escuché al otro lado: "ha muerto".

3 comentarios:

BB dijo...

Dios!! me deprimió, pasan tantas cosas en un poema, que tuve releerlo, existe cierta nota gris que me gusta, es un poema algo dark...

Un abrazo
BB

Juan Pablo L. Torrillas dijo...

Estimada Beatriz, se trata de un relato oscuro como oscuro fue el día de ayer, en el que, a su término, sí que escuché un "ha muerto" al otro lado del teléfono, y se plasmó en la escritura.

Un abrazo y gracias por la visita,
Juan Pablo

Yolanda dijo...

Me ha gustado mucho, aunque no he podido evitar emocionarme.
En efecto, fué un día oscuro, como ayer y hoy. Parece que el cielo ha querido acompañarnos con sus lágrimas, no deja de llover en Madrid.
Espero que pronto tengan días claros y que nosotros ayudemos a que así sea.

Un fuerte abrazo.