sábado, 19 de octubre de 2013

Hasta el final*

La semana pasada fueron beatificados en Tarragona 522 mártires de la Iglesia Católica en España. Sé que a algunos les pesa que hable de estas cosas, pero desde mi pequeñez y con amor fraterno les diré que no se preocupen, que  soy libre, que "no tengo miedo" y que pueden cerrar la pestaña de mi blog en este mismo momento.

Lo que más me impresiona de alguna de las biografías de estas 522 personas es que pudieron salvar su vida, pudieron evitar el disparo en la nuca o el pecho de haber renunciado a su fe, de haber negado a Cristo. Pero no lo hicieron y dieron su vida por Él, pero también por nosotros, pues murieron perdonando a aquél que les quitaba la vida, amando hasta el extremo. Por eso, como nos recordó el Papa, los mártires deben iluminar nuestras vidas cristianas para "salir de nosotros mismos, de nuestro egoísmo, de nuestro bien estar, de nuestra pereza, de nuestras tristezas, y abrirnos a Dios, a los demás, especialmente a los que más lo necesitan". Y es que nunca ha sido fácil seguir a Cristo, no lo fue ayer, no lo es en la actualidad (¿cuántos cristianos son hoy los perseguidos, encarcelados o "crucificados" -socialmente hablando- por el hecho de serlo?) y tampoco lo será mañana, por eso el ejemplo de los mártires está tan cargado de amor, esperanza, misericordia, perdón y misterio. "¿Cómo se explica su fuerza sobrehumana de preferir la muerte antes que renegar de la propia fe en Dios?", se preguntaba el cardenal Ángelo Amato en Tarragona, a donde acudió en representación del Santo Padre para la beatificación.

Monseñor Ángelo Amato recordó algo que hemos olvidado, pues los mártires asesinados antes y después del inicio de nuestra triste guerra civil "no eran combatientes, no tenían armas, no se encontraban en el frente, no apoyaban a ningún partido, no eran provocadores. Eran hombres y mujeres pacíficos. Fueron matados por odio a la fe, sólo porque eran católicos, porque eran sacerdotes, porque eran seminaristas, porque eran religiosos, porque eran religiosas, porque creían en Dios, porque tenían a Jesús como único tesoro, más querido que la propia vida". Y por eso mismo, porque murieron por amor y perdonando han sido proclamados beatos; el domingo pasado Tarragona celebró una gran fiesta del perdón.

Antes de terminar quiero traer aquí una breve semblanza de uno de los mártires beatificados en Tarragona.  El Padre, y ahora Beato, Pedro Sadurni era profesor en el colegio San José de la localidad de Tremp, Gerona. En agosto de 1936 fue detenido, encarcelado, atado con sogas por los codos y fusilado junto a otros 72 sacerdotes, minutos antes de su ejecución un miliciano exclamó: ¡A éste no lo matéis, que nos daba de comer! Pero murió, siguió a Cristo hasta el final.


* Estas líneas se las quiero dedicar a mi hermana Ana, porque me animó a volver a compartir mi fe en este blog, a no tener miedo y a seguir firme en la fe, con la ayuda de Dios. Gracias Anita.

Murieron por su fe

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