Los tonos oscuros del
entorno ayudan a resaltar todavía más la serenidad de la composición.
La expresión de la
mano que escribe nos indica un alto en el camino. De lo contrario los dedos y
la posición de la muñeca serían distintos, como en tensión. La mano pausada
sujeta entre sus dedos índice y pulgar la pluma. Pero no se trata de una pluma
como las de ahora, sino que pertenece al pasado, a un pasado, eso sí, incierto.
Podría tratarse perfectamente de la mano de Cervantes, de su pluma y del puño
abierto de su camisa. Perdió el brazo izquierdo, no el derecho. Quizás si nos
detenemos en el tintero se nos venga abajo lo dicho: ¿demasiado moderno para el
siglo XVI, principios del XVII? Puede ser.
Bajo la mano, la
pluma y el tintero, lo importante: el manuscrito. Y aquí ahora la imaginación
es libre…
Una mano que escribe
1 comentario:
Lástima que con los procesadores de textos se pierda ese proceso, casi de alquimia, de ver la tinta marcada en el papel. Como algo imborrable.
¡Un saludo, Juan Pablo!
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