jueves, 20 de junio de 2013

Invictus

Es emocionante ver en una película cómo la reconciliación de un país comienza con el perdón de su Presidente a aquellos que lo tuvieron en la cárcel casi treinta años. Hay que tener una gran talla humana y moral para hacerlo, pero no solo para eso, sino también para ser capaz de incorporar al proyecto común de tu país a aquellos que un día te persiguieron.

De Invictus aprendemos nuevamente que la unión hace la fuerza, que el odio no lleva a ninguna parte, que el amor mueve montañas, que no hay nada imposible si lo intentas, que el trabajo duro, la constancia y la ilusión son aptitudes indispensables para la consecución de los objetivos.

Echo en falta en mi país esa unión, ese entendimiento, la comprensión de los unos con los otros, más amorosidad (“hay que hablar con amorosidad”, decía mi abuela Venancia) y menos violencia. La historia nos enseña que cuando en España todos hemos ido a una hemos logrado grandes objetivos, hemos sido una gran Nación. Es cierto que podemos caer en la tentación de excusarnos en la ausencia de líderes con el coraje de un Nelson Mandela entre nuestros políticos, sin embargo, podemos empezar por mirarnos al espejo y reflexionar sobre lo que podemos hacer cada uno de nosotros para que nuestro entorno sea un lugar más habitable, más saludable, más optimo. Quizás podríamos empezar por cuidar nuestra educación, nuestro civismo. Quizás fuera un buen comienzo.


Gran film Invictus, que por supuesto recomiendo.



1 comentario:

Alonso de Blanco dijo...

Todos a una como en Fuenteovejuna. ¡Y adelante España!