viernes, 23 de marzo de 2012

Alegría


Alegría. Elijo esta palabra para mostrar mi sentir al abrir esta página, la mía y la de ustedes, y encontrarme el mensaje de un viejo amigo, del que durante años el contacto he perdido, y que me quiere escribir. Alegría. No tardes, amigo, ansioso estoy por saber de ti.

Fueron muchos, antaño, los momentos y experiencias compartidas. Aquellos años de adolescencia donde no terminábamos de ser adultos pero tampoco ya éramos niños. Días de instituto en los que, entre bromas y risas, nos íbamos haciendo hombres. Esa etapa concluyó y cada uno siguió su camino. Coincidimos luego en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, pero en carreras distintas. Concluida aquella hermosa etapa lo último que de él he sabido ha sido por otras personas, que seguía practicando atletismo, que continuaba con las oposiciones a judicatura: ¿eres ya juez? Luego pasaron los años y cambié de ciudad, recuerdo que una vez le llamé por teléfono y la sorpresa se la dí yo a él. Perdido su número, desde entonces el recuerdo ha mantenido viva la esperanza de algún día volverlo a ver.

Ha sido hoy, como digo, al abrir esta página que noticias he tenido de él: me escribe mi amigo y siento alegría: pronto nos volveremos a ver. 

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