miércoles, 10 de agosto de 2011

Jornada Mundial de la Juventud (I)

Permítame el lector una serie de artículos a cerca de la visita del Papa a Madrid para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) la semana del 16 al 21 de agosto próxima. Estamos ante un hecho único en la historia de España, la Cruz de la Juventud que el beato Juan Pablo II envió a recorrer el mundo está a punto de llegar a Madrid. Sirva este primer escrito para aportar información a la opinión –errónea- de algunos ciudadanos en cuanto a quién paga el evento. El otro día almorzando un amigo se quejaba de “porqué” tenía que sufragar con sus impuestos la JMJ, que él era ateo. A eso le podría haber respondido que porqué tiene que sufragar con sus impuestos unos Juegos Olímpicos quién no le guste el deporte. O porqué pagar el despliegue policial de un Barsa-Madrid o de un concierto de Bisbal si tanto uno como el otro me traen al pairo. Me callé (¿he ahí el error?). No amigo, la JMJ no la pagas tú con tus impuestos ni yo con los míos, aun siendo católico. El presupuesto de la JMJ ronda los 50 millones de euros. ¿Cómo se financian? Los cientos de miles de jóvenes llegados ya de todos los rincones del mundo, más los nacionales que vamos a participar, han hecho su pequeña aportación económica. Socios del acto –es decir, quienes ponen pasta- son El Corte Ingles, Movistar, Banco Santander, Fundación Botín, Iberia, Magnificat, Coca Cola, Mahou, Club Internacional del Libro, Nutrexpa, Canal de Isabel II, FCC, Endesa, OHL, Mutua Madrileña, Obra Social Caja Madrid, etc., los patrocinadores y amigos del acto son muchos más –entidades privadas todas-.

Señores, señoras, vamos a poner una sonrisa en el rostro, de verdad, que merece la pena. Que cientos de miles de jóvenes se junten en Madrid para reivindicar las enseñanzas de Jesús junto al sucesor de San Pedro en la Tierra creo que no tiene nada de malo. Una vez tranquilizadas las conciencias de quien cree que costea la JMJ sin quererlo piensen por un momento en, al margen de la religión, los efectos tan positivos que dicha celebración tendrá en nuestro país. El fin de semana pasado ya coincidí en Zaragoza con un grupo de jóvenes recién llegado de México. Antes de llegar a Madrid visitarán también Barcelona y Santiago de Compostela. Les puedo asegurar que los hosteleros están encantados con la JMJ. Comercios de todo tipo así como las empresas de transporte, también. Nuestra propia imagen como país, dando acogida a cientos de miles de jóvenes, unidos, alegres, emocionados, pidiendo por el mundo y la humanidad creo que es algo muy positivo. Durante una semana España será testigo de que la Iglesia Católica permanece joven y esperanzada. El resto del mundo estará pendiente por unos días de lo que Benedicto XVI y sus jóvenes fieles hagamos en Madrid. Nadie verá desórdenes –nosotros no-, ni violencia, ni ocupaciones ilegales de la vía pública, ni vomitonas en la acera, ni papeleras rotas, ni comas etílicos, ni nada de eso. Cientos de miles de sonrisas de todo el mundo serán testimonio en Madrid de que merece la pena vivir “arraigados y edificados en Cristo, firmes en la Fe” (San Pablo), el lema de la Jornada.

*Publicado en La Tribuna de Albacete el 10.08.11

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