jueves, 14 de julio de 2011

Cinco golosinas

Cuando un partido político es elegido por los ciudadanos -porque en España, al no haber listas abiertas solo podemos votar partidos, que no políticos, lo que sería bastante deseable- cuenta con una legitimidad en su origen para desempeñar las tareas de gobierno. Pero eso no le da derecho a hacer de su capa un sayo.
Me explico. A nadie se le escapa que las deudas que contraen nuestros políticos las terminamos pagando los ciudadanos de a pie. Sí, somos nosotros los que injustamente pagamos el pato y con esto no digo nada nuevo, desde tiempos antiquísimos viene ocurriendo así. Escribo esto reflexionando acerca de lo que se ha encontrado el equipo de María Dolores de Cospedal al asumir el gobierno de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Cómo estará el patio -me lo imagino feo, pero que muy feo- para que la nueva presidenta haya pedido con carácter de urgencia ser recibida por la ilustrísima ministra del ramo con el fin de que le explique por qué se ha consentido un endeudamiento autonómico tan descomunal, además de para buscar soluciones. Si es que no puede ser. Los gestores políticos nos exigen responsabilidad en un sinfín de facetas y quehaceres de nuestras vidas y los primeros que no dan ejemplo son ellos. ¿Alguien me puede explicar qué narices pinta en Ciudad Real un aeropuerto fantasma como el existente? ¿Adivinan quién va a pagar la financiación de semejante fechoría? Ya sé que sí, yo también. Pues a eso me refiero, a que quién la hace que la pague. Algunos nos quieren vender la moto de que hace más quién más gasta y no señor. Hace más quién más ofrece de una manera eficiente pero también eficaz. Y ni de una cosa ni de la otra se puede presumir si el precio a pagar es endeudar a los españoles más allá de la coronilla. ¿Tiene algún sentido la millonada que nos va a costar -repito que lo pagamos nosotros- la parafernalia del dichoso AVE? Para quién no lo sepa España cuenta con un potentísimo Talgo que nada tiene que envidiar al pájaro, nada salvo unos pocos minutos de diferencia. Pues a eso voy, que en la pobre morada llamada España se vienen ingresando cien y gastando 1.500 y así estamos como estamos, endeudados hasta las trancas. No hace mucho preguntaba a la sobrina de un ser querido cuántas golosinas podría comprar con cinco euros si cada una costara uno: «cinco», me dijo. Ya ven, una criatura de cinco años lo tiene así de claro y sin embargo a nuestros políticos -es cierto que la «patología» predomina más en unos que en otros- les falta tanto sentido común que resulta vergonzoso. Pues a esos que encargaron el dichoso aeropuerto habrá que pedir responsabilidades, ¿no? Y lo que en Castilla-La Mancha ha ocurrido puede trasladarse a cualquier punto de la geografía española, que aquí no se salva ni el tato y servidor no se casa con nadie.

* Publicado en La Tribuna de Albacete el 14.07.2011

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