miércoles, 8 de junio de 2011

El maestro de las bolas de nieve


O el arte de escribir artículos. Este año se cumple el centenario del nacimiento de ese gran hombre, que resultó ser poeta, periodista y gallego soñador, que fue, que es, don Álvaro Cunqueiro Mora. Devorador de mitos y leyendas, aventurose, junto a otros colegas como Torrente Ballester, a recorrer los frondosos caminos a ninguna y a todas partes de entre los bosques de la imaginación. Aquél gran hombre de letras, que se sentía más cómodo escribiendo en gallego que en español, glotón y de aspecto bonachón, confesaba que “a mis lectores cuento mi sorpresa o mi preocupación del día, el recuerdo del último viaje, la impresión de la más reciente lectura, y de todo ello quiero deducir y mostrar que la vida es inmensamente rica, y que el aburrimiento es una traición”. Y de eso tratan también los artículos, cultos y elegantes, de otro ilustre maestro de articulistas, leal colaborador de esta casa, que es don Ramón Bello Serrano, discípulo directo del patriarca de la columna en Albacete, el insigne don Ramón Bello Bañón, su padre. El jueves, en la Casa de la Cultura José Saramago, Ramón Bello, hijo, nos ilustró y de qué manera acercándonos un poquito más la vida y obra del celebre escritor gallego, al tiempo que aparecían sobre la palestra distintos autores y anécdotas de lo que ya podemos denominar como la dilatada “historia del articulismo español”. Que estamos ante un género literario en sí mismo ya no cabe duda, que lo han impregnado de enorme calidad y prestigio los Larra, Azorín, Unamuno, Ortega, Baroja, Machado, Camba, Corpus Barga, Pla, González Ruano y tantos otros, tampoco. Que cuál era el misterio de Cunqueiro al contar lo que hacía, lo dejó escrito: “Lo más propio mío es sumar noticias que muestran lo vario que es el mundo, y lo ricamente, y con cuántas sorpresas se puede almacenar la memoria humana. Yo, que no desconozco los grandes temas del siglo, y estoy atento a eso que llaman la coyuntura económica, y acepto la gran patética de mi tiempo, y quiero ayudar, en lo que me sea posible y aún bastante más, al hombre de estos días…, no me dejo asustar por los profesionales de la angustia, y busco en la pericia humana, tantas veces mágica aventura, tantas veces sucesos espléndidos y mitos trágicos, la razón de continuar.” Pues eso, un maestro. Ah, se me olvidaba, sepa el interesado que el título de este humilde artículo de uno suyo lo tomé prestado.

*Publicado en La Tribuna de Albacete el 8.06.2011

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