Cada vez me
maravillo más al contemplar el milagro del alumbramiento. Que de la unión de un hombre y una
mujer se produzca el milagro de
la vida, es algo que me deja con la boca abierta. No me digan que no.
No la conocía
personalmente. Sí de oídas, como mucha gente. De hecho, hubo una época no muy
lejana donde en Roma había una persona muy importante que la tenía un aprecio muy especial.
El martes, al caer
la tarde, tuvimos nuestro particular encuentro. Afortunadamente no estaba solo, sino que muchísima gente me acompañaba en el lugar. Coloquialmente hablando podríamos
decir que “estaba hasta la bandera”. Fue un encuentro solemne, me atrevería a
decir que histórico. No todos los días uno tiene una cita así.
Al mirarla deduje
que estaba un tanto cansada, pero alegre. Muy alegre por nuestro encuentro y
por cómo fue recibida en la ciudad de Albacete. Venía de muy lejos y
a su espalda llevaba miles de kilómetros. Partió un buen día de Vladivostok, la ciudad que alberga el puerto ruso más importante del Océano Pacífico, en la
frontera con China y Corea del Norte.
El camino está siendo
duro, pero a la vez hermoso, intenso, esperanzador. Antes de cumplir con su
objetivo pasó por Albacete. Cuando escribo estas líneas me consta que se haya
en la bella ciudad de Granada. Dos bellezas se unen por unas horas, afortunados
todos. Llegó a España el pasado 15 de diciembre, desde entonces ha recorrido Vascongadas,
Santander, Zamora, Santiago de Compostela, La Coruña , Oviedo, Avilés, Covadonga (donde tuvo
tiempo de disfrutar de su Hermana), Gijón, Teruel, Zaragoza, San Cugat del Vallés,
Barcelona, Lérida, Huesca, Logroño, Valladolid, Castellón de la Plana , Valencia, Palma de
Mallorca, Ibiza, Denia, Alicante, Cuenca, y varias ciudades más. ¿Se imaginan este ritmo en cada país por el que ha pasado? Así hasta
llegar a Fátima, en el Océano Atlántico, su destino.
Han decido llamar a su peregrinación “De océano a océano”. Y ¡qué camino! Más de 30.000 Km . por una
veintena de países.
¿Y por qué? Los que
la hemos conocido sabemos el motivo que la anima a seguir un día tras otro hasta Fátima. A mí
el martes me dijo, y no en voz baja, que nos amáramos los unos a los otros, que
todos los cristianos, en unión, nos cogiéramos de la mano (los ortodoxos rusos
sienten por ella una profunda veneración), que respetáramos la vida, desde su
concepción hasta la muerte natural, que el matrimonio, precursor de la familia,
es un componente vital de la sociedad que merece ser respetado y defendido, que
tengamos esperanza y que sonriamos.
La Virgen de Czestochowa en Albacete
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