- ¿Ya señor?-, preguntó Paola al verle salir del despacho.
- Sí Paola, yo ya he cumplido con
mi deber, ahora es el turno de otros. Quisiera que mandaras una copia de este
informe a la Fiscalía General
del Estado, a la Presidencia del Gobierno, al Jefe de la oposición y a los
líderes de todos los grupos políticos presentes en el Parlamento. Otra copia al
Jefe del Estado y otra a cada una de las redacciones de los principales medios
de comunicación nacionales. Nosotros lo publicamos mañana en un suplemento
especial. El Sistema ha terminado.
- Muy bien señor, como usted quiera.
Paola era la
secretaria personal de IM, director del periódico Revelación. IM tenía una
larga carrera profesional como periodista, también como abogado. Había decidido
fundar Revelación para garantizar su independencia respecto al poder financiero
y político. Hasta la fecha lo había conseguido, por eso era un personaje
temido, por ello necesitaba llevar escolta.
Durante los tres
días que IM estuvo encerrado en su despacho, a ratos cerraba los ojos dando una
cabezadita en el viejo sofá, Paola solo le interrumpió para llevar el café, el
almuerzo y la cena.
Frente a la máquina
de escribir, IM estuvo redactando el documento que haría estallar el Sistema
por los aires. Empezó a escribir no sin antes cargar su pipa. Y fumó sin parar.
En el informe demostraba la corrupción existente en las altas instancias del
país, desde la Jefatura
del Estado, hasta la Justicia ,
pasando por el partido de Gobierno, los de la oposición, el sistema financiero,
los órganos controladores tales como el Tribunal de Cuentas o el Banco Central,
etc. Así, de uno en uno, establecía las conexiones, los dimes y diretes de un
Sistema corrupto desde sus orígenes y que había cometido el tremendo error de
abusar del pueblo, de su confianza, de su sentido común y de su inteligencia.
Habían faltado gravemente el respeto a la ciudadanía, y cuando el poder público
viola las normas más básicas de la ética y la moral de esa manera, debe
atenerse a las consecuencias.
Efectivamente, IM,
uno de los periodistas más prestigiosos e incorruptibles de la faz de la
tierra, había cumplido con su obligación, profesional y moral. Nunca se hizo
rico, pero tampoco aceptó sobornos y siempre durmió tranquilo, ante Dios y ante
su conciencia. A partir de ese momento sabía que debería reforzar su
protección, en un puñado de páginas había desmantelado el Sistema y sabía que
se lo harían pagar.
IM murió a los tres
días, alguien puso una bomba bajo su coche. Acabaron con su vida, pero el
Sistema cayó.
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