Lo contó a penas
una hora antes de coger un tren rumbo a A. S.. Allí se encontraba su abuelo
hospitalizado, con un principio de neumonía. A diferencia del año anterior, la
historia se repite, esta vez lo habían cogido a tiempo.
Me contó que
aquella primera vez, en la que paso la noche cuidando de su abuelo, sería una
de las experiencias más hermosas del año. Finalizado el año dijo que
efectivamente lo fue.
Quiero pensar que
de la enfermedad se pueden aprender buenas y grandes lecciones. Conozco
personas que dicen que visitando a los enfermos han entendido la autenticidad
del amor, que más que amar han sido amados.
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