La intención era no
emplear demasiado tiempo, dos amigos y unas “rubias” esperaban en la barra de
un bar. Me había ausentado de la cervecería más grande de La Coruña en busca de un rato
de soledad. Cogí la moto y bordee la costa, pase la Torre de Hércules y salí de
la ciudad.
Fui a parar a un
recinto natural, una especie de parque cuyo nombre no soy capaz de recordar. Camine
un rato, hasta que llegué al acantilado. Me quité el calzado, me senté sobre la
hierba y sin ser consciente me puse a meditar. El silencio era absoluto, de
cuando en cuando el graznar de las gaviotas a la tierra me hacían bajar. Es difícil
expresar lo que uno siente cuando está ante una imagen, cuando tiene una
sensación difícil de calificar.
Lo cierto es que me
fui de la cervecería para un rato y cuando volví nadie quedaba en la barra del
bar.
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