Escuchando algunas
tertulias y lo que dicen ciertos personajes, leyendo algunos artículos y la
crítica que hacen determinados pensadores, intelectuales o como
ustedes prefieran, artistas si quieren, me he acordado de algo que leí hace
tiempo a Leonardo Castellani, plasmado en su artículo El crítico impune y la crítica criolla (1953), a saber:
“El crítico… tiene
toda clase de privilegios, que no tiene el común de los mortales: puede decir
lo que quiera, sea verdad o mentira; puede hablar de lo que no sabe; puede
hundir a un pintor sin haber visto un pincel en su vida; puede desprestigiar
una novela sin haber hecho novelas ni leído novelas; puede plagiar párrafos de
la Enciclopedia Espasa cambiando las palabras castellanas por palabras en
francés o en jerigonza; puede llevar al Olimpo a sus amigos, y al pilori a sus enemigos, si los tiene, o
bien, a los enemigos de sus amigos o a los amigos de sus enemigos; puede
agredir al autor más manso, devoto y tímido del país… Puede en fin omitir de
firmar sus críticas y repantigarse en el anonimato. Y lo hace.”
Y haberlos los hay, con y sin firma.
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