Leía uno el otro día
El dictado dominante, título del artículo
periodístico firmado por el maestro José Jiménez Lozano en su columna, A la luz de una candela, el pasado 3 de
febrero en La Tribunade Albacete.
Cuenta don José a
cerca de las peripecias que vivió con la llegada de la democracia el libro Crónicas extravagantes, cuya autoría se
debe a don Aquilino Duque y cuyo prólogo escribió nuestro Premio Cervantes.
Escribe el señor
Lozano en El dictado dominante:
“Había tenido una
primera edición –Crónicas extravagantes-
hecha por la universidad de Sevilla, pero, cuando llegó la democracia, fue
recogida porque en el libro podían leerse cosas atroces sobre algunos
dictadores o se contaba lo que era el régimen soviético, y no eran lógicamente
maravillas de libertad y justicia las que contaba, y esto fue lo que resultaba
intolerable para las nuevas autoridades democráticas, que ordenaron recoger el
libro.”
A lo largo del
artículo, cuya lectura recomiendo vivamente, Jiménez Lozano analiza y denuncia
la falsedad de nuestra democracia parlamentaria. Para ello toma como punto de
partida el ejemplo de la “recogida” del libro por él prologado con la llegada
de la democracia o que, y cito textualmente, “no hay separación de poderes ni
igualdad ninguna ante la ley, por ejemplo entre la clase política y los
miembros de la sociedad que a ella no pertenecemos”.
Pero en lo
referente a la libertad de expresión, todos hemos escuchado alguna vez, en
democracia claro, que aquí si hay libertad de expresión y allí, dictadura
franquista, claro, no. Pues bien, junto a Crónicas
extravagantes conozco yo de otro caso extravagante también.
Tuve un profesor en
primero de carrera, hablamos del curso 1997/1998, que impartía la asignatura de
Derecho Constitucional. Este señor, falangista camisa vieja de los de dar la
espalda a Franco en El Escorial, escribió, entre otros, varios libros sobre
teoría del Estado y derecho constitucional comparado. En el tomo referente a
España analizaba, en las primeras 60, 70 u 80 páginas, no recuerdo cuantas eran,
la legitimidad o ilegitimad de origen de la actual Monarquía Parlamentaria como
forma de Estado (y recuerdo que para la Falange la forma ideal de Estado es la República).
Pues bien, bajo nuestra “oprobiosa democracia” (término muy utilizado por él en clase), el libro citado empieza por la página
61, 71 u 81. A
saber, las autoridades democráticas consideraron que no era muy democrático en
democracia que un profesor universitario desmontara la legitimidad de nuestra
actual Monarquía Parlamentaria.
Y así siguen
algunos, dominando el dictado.
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