Ayer se presentó la
Carta Encíclica Lumen Fidei. El Santo
Padre se dirige en ella al conjunto de la Iglesia Católica, y al resto de la
humanidad, me atrevería a decir. Es una carta peculiar en varios aspectos: la
primera firmada por un Papa con el nombre de Francisco, que además es el primer
Papa procedente de la orden religiosa de los Jesuitas, o la primera en ser
redactada a dos manos pero pensada a cuatro –ya que fue Benedicto XVI el que
hizo una primera redacción de la misma, con las posteriores aportaciones de
Francisco.
La Luz de la Fe se divide en
cuatro capítulos: 1. Hemos creído en el amor, 2. Si no creéis, no comprenderéis,
3. Transmito lo que he recibido y, por último, 4. Dios prepara una ciudad para
ellos.
Escribo estas líneas
habiendo leído tan solo los dos primeros capítulos, pero su lectura, como no
podía ser de otra manera, me ha llenado de Luz. Y doy gracias a Dios por ello.
A lo largo de Hemos creído en el amor -¿qué es Dios
sino amor hecho hombre y muerto en la Cruz para el perdón de nuestros pecados?-
nos encontramos con el ejemplo valiente de Abraham, con la fe del pueblo de
Israel, con la fe cristiana como camino para alcanzar la plenitud y la salvación
o con el apartado, muy interesante, dedicado a la forma eclesial de la fe -¿cuántos
católicos sabemos realmente lo que significa ser miembros de la Iglesia?
En Si no creéis, no comprenderéis nos
encontramos con temas muy sugerentes y que a mí personalmente me seducen mucho,
Fe y verdad, el Amor como conocimiento de la verdad, la fe como escucha y visión
-¿no les parece que vivimos rodeados de ruido y sin tiempo para “ver”?-, un
tema que me interesa especialmente, que es el del diálogo entre la Fe y la razón,
la Fe como el vía para la búsqueda de Dios o la relación que guarda la Teología
con todo ello.
La Carta Encíclica Lumen Fidei está escrita con total
claridad y transparencia, en un lenguaje sencillo y luminoso. Recomiendo su
lectura a todo el mundo, creyente o no creyente, católico o no, pues no hay duda
de que arroja Luz. Termino con Dante, cuando en la Divina Comedia, después de confesar su fe ante San Pedro, la
describe como “chispa/ que se convierte en una llama cada vez más ardiente/ y
centellea en mí, cual estrella en el cielo”.
El martes más. Buen
fin de semana.
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