"SIEMPRE ELLA"
Precisamente
porque estaba sola
tendida en una rama de la noche
no quise vadear el arco iris
para unir en un beso nuestras voces.
Ella guardaba dentro de sus ojos
una pareja de palomas blancas,
ella tenía dentro de sus párpados
la nieve derretida de sus lágrimas.
Esta noche de seda, cómo cruje
y se hace toda ecos, a mi paso,
ocultando en sus pliegues las palabras
que escapan sin querer de nuestros labios.
Precisamente porque estaba sola,
yo me había disuelto con el aire,
dejó volar aquel par de palomas.
tendida en una rama de la noche
no quise vadear el arco iris
para unir en un beso nuestras voces.
Ella guardaba dentro de sus ojos
una pareja de palomas blancas,
ella tenía dentro de sus párpados
la nieve derretida de sus lágrimas.
Esta noche de seda, cómo cruje
y se hace toda ecos, a mi paso,
ocultando en sus pliegues las palabras
que escapan sin querer de nuestros labios.
Precisamente porque estaba sola,
yo me había disuelto con el aire,
dejó volar aquel par de palomas.
Este es uno de esos poemas por los que
un Poeta daría su vida. Si de mi pluma hubieran salido estos versos, y no me
considero Poeta, ya me hubiera dado por satisfecho, pensaría en dejar de
escribir y un abrazo daría a la muerte si viniera a buscarme de forma
repentina. Pero el poema es de don José María Hinojosa Lasarte, y aparece en un
librito de 1928 que se llama Orillas de
la luz.
Don José María nació en Campillos el 17 de octubre de 19 04
y murió el 22 de
agosto de 19 36, a los 31 años, fusilado en una de las sacas que los republicanos “rojos”
efectuaron en Málaga. Resulta que en 1928 viajó con don José Bergamín a la
entonces Unión Soviética. Regresó tan escandalizado por los horrores allí vistos
que decidió entrar en política para “combatir” ideológicamente el comunismo en
España. Para colmo era carlista, luego católico, un excelente poeta, brillante
abogado y uno de los miembros más relevantes, pero más silenciados por la
posteridad, de la Generación del 27.
Como ven, tenía don José María
muchas papeletas para ser fusilado, y después silenciado. Otro día hablaré de
su vida, que no tiene desperdicio.
José María Hinojosa con su pipa
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