Los datos son
escalofriantes. Durante el pasado año un total de 6.000 padres denunciaron a
sus hijos por haber sido agredidos por éstos. ¡Duro, no! La cifra es más del
doble que el número de casos registrados cinco años antes. En toda la historia
de la humanidad, hablamos de siglos, un chaval ha puesto un dedo sobre la cara
de cualquiera de sus padres. ¿Qué está pasando?
Pues en casa pasa
lo que en la calle, lo que en los centros de enseñanza –centros educativos son,
o debieran serlo, principalmente, los hogares- y lo que en la sociedad en
general. Algunos padres se han olvidado de que educar implica un esfuerzo, reina
el buenismo, se impone el relativismo más amoral, el bien y el mal no son
conceptos claros y definidos, todo depende, y claro, tenemos lo que tenemos,
tortas a mansalva. No regañes al niño, no des un azote a la niña, no castigues
al nene, no prohíbas a la nena, no digas no, etc., y así hasta que el chaval
cumple 13 o 14 años, entra en esa edad donde mandan las hormonas y los amigos,
y cuando de repente le dices que no a algo pues te da una paliza. ¡Ah! Se
siente. Claro que mi generación y las anteriores, y las anteriores de las
anteriores, han pasado también por la adolescencia. Desde que el hombre es
hombre. Pero cuando llegábamos a esa maravillosa edad sabíamos lo que era un
castigo, lo que era quedarte sin salir con los amigos por suspender un examen,
o por decir un taco, o por pegar a tu hermano, o…, tantos oes. Y sí, claro que
sí, cuando nos lo ganábamos a pulso pues nos soltaban un azote con la zapatilla
de estar por casa o nos arreaban un tortazo y aquí paz y después gloria. Ni traumas, ni
rencores, ni desequilibrios, ni gaitas. Todo eso que se han inventado los
“neopedagogos” son memeces. La palabra que más educa a un niño es NO.
Pero claro, seguro que alguien lee esto y se lleva las manos a la
cabeza; el pobre o la pobre se creerán que son ellos los que han inventado
ahora el mundo. No queridos, el mundo lleva funcionando siglos, ha pasado por
infinitas etapas y, sin pasarse claro está (vamos de un extremo a otro con
demasiada facilidad), nunca ha ocurrido nada por dar un azote a un niño. Corren
tiempos donde el sentido común, también en la educación, brilla por su ausencia
y claro, llegamos a la cruda situación de que miles de padres reciben los
“azotes” de sus “niños”. Más los que no denuncian.
* Publicado en el diario Estrella Digital el 22.05.2012
* Publicado en el diario El Pueblo el 23.05.2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario