Pero uno llega un
día y abre un periódico, y se detiene en una noticia. Me pasó el jueves. No
conozco su rostro ni sé qué tipo de sonrisa tenía, ni siquiera sé si sonreía.
Tampoco sé si era más o menos alta, menos o más delgada, más o menos guapa. Desconozco
si pasaba hambre, sed o frío. Y ahora todo eso ya da igual. El caso es que leí
que una niña india había muerto después de diez días en coma como consecuencia
de una violación. Tenía cuatro años.
Es bueno que
sepamos también que la vida tiene estas cosas, y las aceptemos aunque se nos
descomponga el cuerpo y vengan a la boca y al estómago un sinfín de arcadas. A veces
controlar la impotencia es complicado, la rabia, el deseo de venganza, el
pensamiento violento y ajusticiador de semejante barbaridad. En determinadas circunstancias el control, en general, se vuelve algo harto complicado, y uno piensa que le gustaría que lo dejaran a solas en una habitación
con quién ha hecho eso, y darle su merecido, y quizás arrancarle la piel a
cachos. O se te ocurre coger la cabeza del violador, ponerle una soga,
atarlo a la moto y poner ésta a trescientos kilómetros por hora. Sí, el cuerpo
descompuesto, pero cuando pienso en lo que habrá sufrido esa niña… Mejor dejar
de pensar en lo que ahora mismo estaba pensando.
Ayer mientras
estudiaba miraba al Cristo que posa sobre la mesa de mi despacho, regalo de mi
Abuela Lola y debidamente bendecido. Y le preguntaba. Guardaba silencio y la
imagen desconocida de esa niña me volvía a la cabeza, pero también los que la
han matado, y me hago preguntas para las que no encuentro respuestas. Luego cerré
los ojos y vi a unos padres destrozados.
Lo bueno y lo
bello, lo malo y lo feo, y estos sentimientos tan contradictorios que recorren
mi cuerpo y que intentan ser calmados por el Espíritu.
D. E. P.
____________________
Hoy no hay foto
No hay comentarios:
Publicar un comentario