El miércoles
comenzó en Albacete el “XXXII Concurso Nacional de Jóvenes Pianistas” gracias
al empeño, esfuerzo y dedicación de las Juventudes Musicales de Albacete, a
cuyo frente se encuentra don Agustín Peiró. El concierto inaugural corrió a
cargo, a petición propia, de don Ramón Coll, que a su vez forma parte del
jurado. Fue el último concierto del gran músico e intérprete nacido en Menorca y lo quiso dar en Albacete,
un hecho que debe honrarnos. Una enfermedad ocular le ha dejado con tan solo un
25% de vista en uno de los ojos y por el otro nunca ha visto, he ahí el motivo
de su retirada. En la II
parte del concierto el maestro Coll interpretó la obra antes citada, “¡vaya
regalo que me ofrece el día!”, pensé. Aparecieron sus manos sobre el teclado y
comenzó a bailar con sus teclas, primero lentamente, con disimulo, poco
después, ya en medio de la pista, el público contemplaba el arte y la
complicidad entre quién compuso y quién interpreta siglos después, algo difícil
de describir con palabras, misterioso, mágico, angelical me atrevería a decir.
El resto del
concierto también sensacional, con las Cuatro
Baladas de Brahms, y de nuevo Chopin con otros dos nocturnos y la Sonata op. 35 nº 2. El sonar de la Marcha fúnebre fue otro de los momentos
estelares de la noche, el Auditorio Municipal quedó cubierto por un silencio
sepulcral que hacía difícil no emocionarse. Tanto magisterio le costó a don
Ramón tener que salir en varias ocasiones a recibir los aplausos del público, a
los que respondió con sucesivas propinas. No sabemos aún quien será el ganador
del concurso en la presente edición, pero lo que no podemos negar es que ha
tenido el mejor de los comienzos. Y nosotros, el público, tan agradecidos.
Ramón Coll interpreta a Chopin
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