Hace unos meses surgió este debate en Francia y
ahora que llega a España les juro por lo más sagrado que yo pensaba que el
“problema” ya estaba superado. Por supuesto que deberes no, ¡faltaría más!
Pobrecitos los niños, ahora entiendo porque andan tan traumatizados y tocados
psicológicamente: ¡por los deberes! Y es que es normal, asisten a una escuela
donde ya sabemos que los métodos pedagógicos son duros, estrictos y
contundentes. Demasiada disciplina dicen algunos. Encima llegan a casa y se
tienen que poner a hacer deberes: sumas, restas, dictados, redacciones,
trabajos, etc. ¡Qué barbaridad! Perdonen mi ignorancia pero yo pensaba que el
tema ya estaba superado. Hay que erradicar los deberes en casa como sea,
¡pobres niños traumatizados! Yo, que vine a este mundo en la década de los 70,
recuerdo que teníamos todas las tardes libres para jugar al balón, hacer
gamberradas y empezar a fumar nuestros primeros pitillos. ¿Deberes? Yo no sé lo
que es eso, ni los de mi generación. De hecho fuimos creciendo sin ellos y por
eso estamos tan sanos. En el instituto los profesores nos decían que no
estudiáramos, que eso podía originar injusticias y dolor de codos, que crearía
diferencias de clase y que podría causarnos agobios y secuelas varias. Y por
eso tuvimos unos resultados tan excelentes. Todos sabíamos lo mismo de las
distintas disciplinas, todos igual de listos. Luego, unos llegamos a la
Universidad, otros a Formación Profesional, y más de lo mismo; así, sin
esfuerzo, estudio ni trabajo conseguimos nuestros títulos. Y después, pues suma
y sigue, nos incorporamos al mercado laboral y, ¿adivinan qué es lo que
ocurrió? ¡Que el trabajo nos lo hacían nuestros jefes o empresarios! Por ello
recuerdo con tanto cariño aquellos maravillosos años en los que nos dieron todo
hecho, y no como ahora, donde los chavales andan, perdonen que me repita,
traumatizados, estresados y con graves carencias psicológicas, que no
afectivas. Y todo lo hasta aquí dicho sin tener en cuenta a los pobres padres
de hoy, ¡cualquiera se mete a padre!, toda la tarde con los chiquillos,
haciendo con ellos dictados, sumas y restas, pendientes de su formación y de su
educación, eso tiene que ser estresante, ¡con lo bien que los educa el Estado!
¿Qué si hay que mandar deberes a casa? Pero qué preguntas, qué barbaridad, yo
lo tengo claro.
* Publicado en La Tribuna de Albacete el 17.04.2012
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