Alegría. Elijo esta palabra para mostrar mi
sentir al abrir esta página, la mía y la de ustedes, y encontrarme el mensaje
de un viejo amigo, del que durante años el contacto he perdido, y que me quiere
escribir. Alegría. No tardes, amigo, ansioso estoy por saber de ti.
Fueron muchos, antaño, los momentos y experiencias
compartidas. Aquellos años de adolescencia donde no terminábamos de ser adultos
pero tampoco ya éramos niños. Días de instituto en los que, entre bromas y
risas, nos íbamos haciendo hombres. Esa etapa concluyó y cada uno siguió su
camino. Coincidimos luego en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense ,
pero en carreras distintas. Concluida aquella hermosa etapa lo último que de él
he sabido ha sido por otras personas, que seguía practicando atletismo, que continuaba
con las oposiciones a judicatura: ¿eres ya juez? Luego pasaron los años y cambié
de ciudad, recuerdo que una vez le llamé por teléfono y la sorpresa se la dí yo
a él. Perdido su número, desde entonces el recuerdo ha mantenido viva la
esperanza de algún día volverlo a ver.
Ha sido hoy, como digo, al abrir esta página
que noticias he tenido de él: me escribe mi amigo y siento alegría: pronto nos
volveremos a ver.
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