Llegamos a Burgos el 28 de julio y nos recibe la impactante, por impresionante, Catedral de Burgos.
Paseo por sus calles y me empapo de ese cierto ambiente caballeresco que desprenden todas las grandes ciudades de Castilla.
Me siento al lado del rio, frente a la puerta de entrada a la ciudad, frente a la catedral, abro la mochila y saco Sombra del Paraiso de Don Vicente Aleixandre, autor al que estoy conociendo en este viaje, y leo:
"Boca con boca dudo si la vida es el aire
o es la sangre. Boca con boca muero,
respirando tu llama que me destruye.
Boca con boca siento que hecho luz me desahogo,
hecho lumbre que en el aire fulgura".
Y yo me pregunto... ¿se le puede pedir algo más a una tarde en Burgos?
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